¿Recuerdan el chiste de susto o muerte? Pues el asunto del que les quiero hablar, aunque suene a chiste, no es para reírse. El pasado 13 de enero, el Diario CORDOBA, tanto en versión digital como en papel, publicaba la Carta Ilustrada "¿Qué está pasando?", que firma M. Trini Povedano Rodríguez, esposa de un guardia civil, carta a la que como presidente de la Unión de Oficiales de la Guardia Civil, asociación de mandos del Cuerpo, no me puedo resistir a contestar.

Nos cuenta la historia de su marido, un guardia civil que fue víctima del lamentable atentado que costó la vida a doce miembros del Cuerpo en Madrid, y que este vil atentado reforzó sus valores como miembro de la Guardia Civil. Compañeros así hacen que uno sienta orgullo de pertenecer a un cuerpo que tiene por fin velar por la seguridad de los demás. Sin embargo, me llama la atención cuando la carta que escribe, o firma, su esposa, hace crítica de la conducta de un "joven mando" (el capitán jefe del Subsector de Tráfico), del que dice que "se esfuerza cada día en conseguir que este Cuerpo vuelva a las glorias del pasado: una guardia civil represora, sancionadora, temida". Pero ¿qué hay detrás de toda esta palabrería? Sencillamente un interés personal y económico. Hace algunos años, en la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil se implantó un sistema que intenta medir el rendimiento de los guardias civiles que prestan servicio en esa especialidad de tráfico, el RAI. Se trata de un sistema que valora distintos aspectos de la actividad (catorce factores), a saber: kilómetros que recorre en moto o coche, auxilios realizados, horas de regulación de tráfico en accidentes, etc., y por supuesto, como no puede ser de otro modo, y con un valor importante el número de denuncias formuladas. Pues bien, este guardia civil, no habría sido propuesto para recibir el complemento de productividad que existe para premiar a aquellos que se distinguen en su trabajo ya que la actividad de éste se aleja notablemente de la media obtenida por sus compañeros.

En una situación económica como la que vivimos todos tenemos que ser más exigentes a la hora de sacar el máximo rendimiento a los recursos que nos corresponde gestionar. No hacerlo así sería engañar a los ciudadanos. Y eso es lo que se pretende, que no haya guardias civiles que vivan a costa del trabajo de los demás. Pero lejos de mirarse uno mismo, lejos de reflexionar sobre su conducta e intentar averiguar si lo está haciendo bien o mal se prefiere atacar al mando, al joven mando que anhela la vuelta de las "glorias" que nunca conoció. Desconozco si el capitán ha pronunciado esas concretas palabras pero me atrevo a mantener y a defender su significado si las hubiese dicho. Ya lo dijo el Duque de Ahumada, fundador del Cuerpo, en la Cartilla del Guardia Civil de 1845: "El guardia civil no debe ser temido sino de los malhechores, ni temible, sino de los enemigos del orden".

Los conductores deben saber que los guardias civiles están para protegerlos, y que detectar y denunciar a los infractores que crean inseguridad es imprescindible para ese fin, para protegerles. Es el trabajo de los guardias civiles, les guste o no; nos guste o no. El guardia civil que sale de servicio preocupándose sólo de auxiliar al que tiene una avería, de informar al que está perdido o de regular el tráfico, (actuaciones indiscutiblemente importantes), pero que olvida su obligación de detectar y denunciar infracciones, está dejando de hacer parte de su trabajo.

Comenzaba esta carta hablado de aquel chiste en el que se daba la posibilidad de elegir entre susto o muerte. Pues miren ustedes, yo tengo clara mi elección, prefiero a mil conductores asustados antes que una madre llorando. Porque la experiencia demuestra que solo cuando los conductores temen ser sancionados se preocupan por el cumplimiento de las normas. Al capitán jefe del Subsector de Córdoba solo podemos darle las gracias por hacer bien su trabajo, así como a la práctica totalidad de los guardias civiles de la especialidad de tráfico en la provincia, que día a día salen a dejarse la piel en la carretera para que ninguna madre tenga que llorar la pérdida de un hijo, o que un niño se quede sin padres. Somos conscientes que para esto, para salvar vidas, a veces, los guardias civiles tenemos que dar miedo, pero les aseguro que vale la pena.

Francisco García Ruiz

Presidente de la Unión de Oficialesde la Guardia Civil.

Córdoba