No sólo por imperativo de justicia sino porque me brota del alma, quiero recordar hoy a un comunicador de raza, "a un profeso de la comunicación religiosa", como lo ha llamado José María Gil Tamayo, al padre José Luis Gago de Val, dominico, director general que fue de la Cadena Cope, modelo de comunicador cristiano, fallecido en vísperas de la pasada Navidad. La eucaristía de su funeral, presidida por el arzobispo de Valladolid, monseñor Ricardo Blázquez, estuvo definida por un sentimiento de agradecimiento, como plasmará además el titulo del que será su libro póstumo: Gracias, la última palabra . Este agradecimiento llegaba por su buen hacer, su amabilidad y su elegancia personales, pero, sobre todo, por haber caminado junto al Señor, por haber sido luz, antes que voz, para sus hermanos de congregación y para tantos oyentes como le escucharon durante años. Su gran visión del futuro de la radio, su gran obra fue aunar y transformar aquellas emisoras locales y eclesiásticas de la Cope en una radio generalista, donde tuvieran cabida las figuras mediáticas, sin abandonar los criterios cristianos de una emisora unida a la Iglesia católica. Esa fue su misión, no sólo como director general de la moderna Cadena Cope y uno de sus fundadores, sino también en los espacios de su área socio-religiosa, que creó y dirigió durante años y en los que se jubiló en 1999. Su última etapa discurrió en Valladolid, orgulloso de la presencia de los dominicos en la ciudad desde el siglo XIII, siguiendo vinculado, con diversas colaboraciones, a los medios de comunicación. La última vez que le saludé, hace varios años, fue en un encuentro de los que realizamos el programa Alborada , de RNE, donde nos comunicó su enfermedad, con una sonrisa tan amable como esperanzada. "El esfuerzo, la ilusión, la alegría y el optimismo" marcaron siempre sus pasos y sus afanes.

* Sacerdote y periodista