Surge en Córdoba una nueva polémica, esta vez a cuenta de la ubicación y arquitectura del Palacio del Sur o Centro de Congresos, que tampoco en su denominación hay acuerdo. Un equipamiento estructural, que nace con el unánime consenso político y social de situarlo en Miraflores, que cuenta con un costoso proyecto de Koolhaas, a cuya ejecución llevamos diez años dándole vueltas, y al que, según dicen desde el Ayuntamiento, la penuria económica lo hace imposible por ahora.

Una polémica que genera el alcalde al comunicar por sorpresa que renuncia a ejecutar el proyecto del arquitecto holandés y que, como alternativa, para sede del nuevo Centro de Congresos, se rehabilitará una desvencijada nave que Cajasur posee en el Parque Joyero. Rompe así el mantenido consenso que sobre el Palacio del Sur existía en la ciudad y cambia su diseño, denominación y ubicación, con la sola referencia a un menor coste y una más rápida disponibilidad, sin prueba documental alguna.

Es lógico que el gobierno municipal, ante la coyuntura de no poder ejecutar la obra prevista, busque solución a la situación creada y empiece por indagar la posibilidad de un edificio de menor presupuesto. De igual manera, y a la espera de mejores circunstancias que permitan retomar iniciativas más ambiciosas, es razonable que analice si, hoy, para poder captar congresos, que en su inmensa mayoría registran un número medio de participantes, es imprescindible contar con un equipamiento de gran capacidad, como el proyectado Palacio, o, por el contrario, basta con que lo sea de mediana, tal como ofrecen los ya disponibles (Palacio de Congresos, Botánico y Rectorado). Doy por seguro que los munícipes han identificado las causas por las que el existente equipamiento congresual tiene una muy baja ocupación, en contraste con la que registraba hace unas décadas, y que, a la vez, no han olvidado auditar la capacidad y eficiencia del Consorcio de Congresos, cuyo gasto en personal, me aseguran que cercano al 80% de su presupuesto, no parece el más equilibrado.

Tengo el convencimiento de que se dispone de todos estos y más análisis y confío en que, tras su conocimiento y valoración, el alcalde toma la decisión de desistir del Palacio del Sur y cambiar su ubicación y diseño. Quiero pensar que, cuando en la primavera pasada hace este sorpresivo anuncio, ningún afán electoralista lo condicionaba e incluso puedo aceptar que lo considerara necesario y oportuno. Pero nada le exime de la exigencia democrática de dar pública cuenta de los análisis, de las valoraciones y de las decisiones. Inexcusablemente, tiene que justificar la génesis y detallar las consecuencias del cambio propuesto para el futuro Centro de Congresos y, muy especialmente, si afecta a los contextos urbano y humano de Miraflores y Parque Joyero y, en ese caso, qué modificación sufre el modelo consensuado en el vigente PGOU y cuál es el balance coste-beneficio resultante para la ciudad.

Si, por el contrario, continuara el mutismo y la falta de transparencia, no sólo se estará alentando una polémica que enfrenta a la ciudadanía y la fractura, sino que los cordobeses sufriremos, una vez más, la burla de unos oportunistas --en plural al haber más de uno-- que vocean como solución una simple ocurrencia. O peor aún, seremos víctimas del fraude de quien, en la gestión pública de intereses, da gato por liebre.

* Exconsejero de la Gerenciade Urbanismo