El lenguaje de la Comisión Europea, como el del Banco Central Europe, es excesivamente alambicado, lo que obliga a una lectura muy atenta para entender qué está diciendo y cuánta ambigüedad real hay en cada mensaje. El de ayer tiene una lectura positiva para los intereses de España. De un lado, Bruselas abre la puerta a la ampliación del plazo de reducción del déficit público en un año y solo para España, aunque es "factible" que también se le permita a la nación francesa. Es un respiro en la buena dirección para que los recortes no contribuyan más a la contracción de la economía.

Por otra parte, la Unión Europea ha señalado cuál es el camino para la recapitalización de la banca española. Habida cuenta de que la vara de medir que se ha aplicado a Bankia será la misma con la que se auditen los demás bancos, es seguro que deberán hacer nuevas provisiones --por tercera vez en un año-- y que no todos ellos tendrán recursos para hacerlo sin ayuda.

Lo que dice Bruselas es que la vía es un préstamo del fondo de estabilidad europeo al propio Gobierno para que este lo entregue a la entidad en cuestión.

Lo que no podrá hacer es inyectarle deuda para que luego el banco avale con ella un préstamo del Banco Central Europeo. El Gobierno español dice que nunca lo ha pedido al BCE, y este asegura también que no se ha negado.

El presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, tampoco ha pedido una prórroga para el 3 por ciento de déficit en el próximo año del 2013 y acaban de dársela.

A pesar de que inicialmente estas noticias actuaron como un bálsamo sobre la bolsa y la deuda, la apertura en negativo de Wall Street --preocupado por la banca española-- volvía a cambiar las cosas. Los mercados volvieron a castigar las dudas del Gobierno sobre nuestra banca y la prima de riesgo --el exceso de rendimiento que los inversores exigen al bono español a 10 años frente al equivalente alemán-- se movió en torno a los 540 puntos básicos, un nuevo máximo, disparando el coste de financiación de nuestra deuda a límites insostenibles. Por si fuera poco el interés de dicho bono tocó el 6,6 por ciento mientras el Ibex-35 continuó su caída libre.

En Madrid se producía sin embargo una buena nueva: la escenificación en el Congreso de los Diputados de lo que podría ser una nueva etapa en las relaciones entre el Gobierno conservador y la oposición socialista. Rajoy y Rubalcaba parecen dispuestos a consensuar un discurso cara a Europa. Nos va a hacer falta, porque Bruselas abre un poco la mano a España, pero a cambio le pide más sacrificios: subir los impuestos indirectos para que pesen más que los directos, acelerar el calendario del retraso de la edad de jubilación y someter a un control más estricto el gasto de las autonomías, objeto de preocupación de las autoridades de la UE.