Imagine que le llama el director de un banco, al que conoce desde hace tiempo, y le dice que tiene un producto interesante para conseguir más intereses por sus ahorros. El empleado bancario le ofrece invertir en participaciones preferentes o en cédulas hipotecarias o cualquier otro producto del que usted nada sabe. Según su explicación, usted no arriesga nada, podrá disponer de su dinero cuando lo necesite y ganará unos euros en intereses.

Usted duda pero la confianza que muestra el bancario le anima a depositar allí sus ahorros. Tiempo después un revés económico le obliga a recuperar esa inversión, pero entonces el banco le dice que de eso nada, que tendrá que esperar diez años o que solo lo podrán cobrar sus herederos o que venderá los productos y con suerte recibirá un tercio de lo que invirtió.

Pues esto es lo que le ha pasado a unos 5.000 cordobeses que han sido engañados por distintas entidades financieras para quedarse con su dinero. Son en la mayoría de los casos gente mayor, no muy experta en productos financieros, que han depositado su confianza y sus ahorros en manos de quien ha demostrado ser un mentiroso, como poco, y ahora se encuentran sin nada.

Es una más de las tropelías que cometen los bancos pero indigna especialmente porque es evidente que en la acción hay premeditación y alevosía. Si hay justicia en este país espero que esas entidades sean castigadas con el máximo rigor por engañar a nuestros mayores. Y una advertencia: no se fíe nunca de un banco y lea bien la letra pequeña o sabrá lo que es un atraco.