Mis recuerdos de infancia y juventud son, como los de Antonio Machado, de un patio; el de la casa unifamiliar de la calle de San Felipe, engullido --ay-- bajo mi responsabilidad por un bloque que, aunque muy bien pensado y bonito, solo tiene patios de luces.

Muchos hemos ido perdiendo nuestros patios inolvidables y visto perder otros aún dentro de nuestra grandísima y declinante zona histórico-artística. Y los hemos perdido y visto perder con pena, pero conservando el apego a esos maravillosos espacios de plantas, flores y convivencia que tantas veces han acunado nuestras tertulias y conversaciones nocturnas, especialmente al final de los días veraniegos de calor riguroso.

Cuando enseño a algún forastero nuestro Círculo de la Amistad, pongo casi tanto énfasis cuando muestro sus patios, singularmente el ajardinado, como cuando me refiero a la biblioteca, a la colección de pinturas o al gran salón.

Y cuando me visita alguien en mayo, ¿cómo no llevarlo a algunos de los hermosísimos ochenta patios de casas de vecinos de nuestros barrios que concursan? La satisfacción del visitante se le rebosa y nos baña.

En su día tuve acceso, como mucha otra gente por diversos motivos, al magnífico informe-formulario que se envió a la Unesco, pero siempre temí que, como suele ocurrir, no consiguiéramos a la primera la consideración de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, aunque nuestros patios sin duda lo sean. Calificación que nos habría deparado más atención aun de la que Córdoba merece y recibe, y más visitantes, que buenos son los que vengan aunque traigan el bolso de los euros muy delgado, porque en todos sitios suenan trompetas de crisis.

Creo que ha sido un acierto renunciar ante los resoplidos de caballo resabiado que nos llegaban, para no tener que esperar cuatro años para insistir en lo que sin duda llegaremos a lograr.

No se vaya a creer que la preocupación por el patio cordobés de casas unifamiliares --cada vez menos posibles-- como de casas de vecinos --cada vez más fuera de tiempo-- son manía exclusiva, ni siquiera principal, de las dos asociaciones que los defienden con bravura encomiable.

Estos patios cordobeses son una cosa muy seria, amenazada ciertamente por los vientos del llamado progreso, que tantos retrocesos ocasiona. Y como tal han sido tratados por personas e instituciones y lo son al presente.

Tengo sobre la mesa el número 121 (julio-diciembre de 1991) del Boletín de la Real Academia de Córdoba, en cuyas páginas (269 a 351) se recogen los trabajos aportados al "I Encuentro sobre los Patios Cordobeses", firmados por Casaño Salido, Rodríguez Carrillo, Palacios Luque, Ojeda Carmona, Moreno Manzano, Crespín Cuesta, Mir Jordano, López de Rego, Cruz Casado, Angel Aroca, Arjona Castro, García Boix y Peláez del Rosal. Trabajos en los que se relacionan los patios con la sociología, la poesía, el derecho, la narrativa, el señorío, la evolución histórico-arquitectónica, el espacio escénico, la pintura de Rafael Botí, la salud, y se les considera lugar de encuentro y patrimonio cultural.

Como se ve, los patios cordobeses dan para mucho.

Mi colaboración se titula "Normativa del patio principal en la zona histórico-artística de Córdoba" y en ella recordaba que en 1978 y 1979, como delegado provincial del Ministerio de Cultura, me tocó presidir la Comisión Provincial de Patrimonio Histórico-Artístico, y que esta comisión entendió que produciría efectos decisivamente negativos la aplicación rigurosa de las Ordenanzas Municipales en sus artículos 34 y 35, "por lo que desde el principio de que en la tradición cordobesa, el patio de comunidad es un elemento arquitectónico de notable importancia, que es necesario revalorizar en el casco histórico-artístico de la ciudad, publicó unos criterios orientadores e interpretativos con el propósito, posiblemente de imposible cumplimiento, de aunar Ley, teoría y praxis".

Estos antecedentes nos demuestran que la batalla por los patios cordobeses de vecindad viene desde antiguo, circulando por un largo camino de dificultades en el que el que esta parada y fonda de un año es un mal muy menor.

* Abogado y escritor