Hace pocos días he leído cómo la secretaria de organización del PSOE andaluz afirmaba que los socialistas habían actuado "con responsabilidad, con diálogo hasta el agotamiento y con cohesión", habiendo tildado también de "ejemplar" y "modélico" el proceso de elección de candidatos para las capitales de provincia para los próximos comicios municipales, poniendo por encima de todo el interés ciudadano que, a su juicio, no entendería, a tenor de la situación actual de crisis económica, un proceso de primarias, por los debates estériles y la pérdida de tiempo que las mismas podrían conllevar entre la militancia, cosa que personalmente no comparto. Me pregunto qué ve de malo en preguntar de forma sencilla a los militantes su opinión y en qué perjudica ello a la crisis económica. Está claro que no participo del planteamiento, como tampoco la compartirán otros militantes o multitud de ciudadanos progresistas, ansiosos todos ellos porque previamente se les tome en consideración en sus opiniones. Sospecho que la razón última que la llevó a ello es la misma de Madrid, donde por suerte no les quedó más remedio que hacer virtud de la necesidad, al haberse tropezado con Gómez, quien se opuso a un sistema de elección de arriba abajo, de ahí que se haya tenido que llegar a un sistema mucho más democrático, el mismo que reclamo para Andalucía. Me quedo perplejo con los argumentos, al igual que supongo le habrá pasado a otros más por haber tachado de pérdida de tiempo lo que sin duda es una fiesta para la democracia en el partido, es decir, la alternativa más democrática a las imposiciones de los respectivos aparatos. Siempre defenderé el procedimiento de primarias, siempre que haya más de un candidato en liza, puesto que más que un método para la elección son en sí mismas un activo y, cómo no, una forma más para dinamizar a la militancia .Y así se vio en anteriores procesos, como en el de 1998. Muchos militantes socialistas al leer las declaraciones de Susana Díaz se habrán quedado de piedra, y preguntado también, que si pagan cuotas, tienen todo el derecho del mundo a tener primarias, ya que éstas lejos de debilitar a los candidatos fortalece a quien salga elegido de ellas, y a todos siempre como partido. Al menos eso creo yo, como también otros miembros de IS-PSOE, desde el convencimiento de que la democracia jamás debilita a los partidos democráticos, tal y como dijera el propio Rodríguez Zapatero cuando se refirió a las primarias de Madrid, "en todo caso, ante la duda, democracia". Ultimamente, observo una deriva preocupante por parte de algunos dirigentes, quienes consideraron siempre a aquellas como un ejercicio peligroso, al que habría que añadirles que por supuesto que sí, pero que ¿para quién? ¿para las bases o para las respectivas direcciones? ¿para la democracia o bien para la reacción? No somos pocos quienes así pensamos, al considerar que las normas mínimas de elección democráticas, para cargos institucionales y orgánicos, debieran conllevar unas primarias como método, así como la existencia de listas abiertas y la limitación de mandatos a un máximo de dos, es decir, a 8 años, por no citar la capacidad que debiera tener la propia militancia para la revocación o bien la rigurosa incompatibilidad entre cargo orgánico e institucional, que tanto daño hace al sistema democrático, lo que posibilitaría que se mejorara el funcionamiento internos de los partidos políticos ante la ciudadanía que los apoya. Las elecciones primarias debieran ser pues la fórmula habitual de elección de candidatos a cargos institucionales, incluso sin que medie la actual obligación de presentación de avales, que hacen del proceso un foco de excepcionalidad democrática dentro de la organización. No quisiera concluir mi artículo sin recordarle a algunos socialistas de pro, que Iglesias recomendaba a los afiliados al partido que fundara el 2 de mayo de 1879, en la madrileña taberna de Casa Labra y en torno a un núcleo de intelectuales y obreros, que siempre "para los cargos públicos, elegid a los mejores y más capacitados y vigiladlos como si fuesen canallas". Considero pues que tan explícita norma del fundador del PSOE y de la UGT, bien podría tener plena vigencia hoy, no detentando la misma, a mi juicio, mejor forma de expresión que la convocatoria de primarias, que con sus fallos serán como sistema mejor forma de elección que la propia cooptación que se lleva. Por ello, no estaría de más que sin más los dirigentes no las echaran en saco roto, precisamente por el bien del partido que defienden y, cómo no, de la ciudadanía que lo apoya, a quien a buen seguro para nada molesta que las mismas tengan lugar por mucha crisis económica que aún hoy en día haya en España.

* Catedrático