Siempre me ha llamado la atención la manera en que los sectores más conservadores de la derecha están en contra del aborto y a favor de la pena de muerte y, por el contrario, los sectores más izquierdistas de la sociedad están a favor del aborto y en contra de la pena de muerte. La pena de muerte, salvo en estados de guerra en los que el estado de derecho queda en stand by , es abominable. Nadie, y mucho menos el Estado, tiene derecho a quitar la vida a un ser humano salvo en defensa propia, en cuyo caso estaría amparado por el Derecho Natural. Mi postura es muy clara, estoy radicalmente en contra de la pena de muerte y radicalmente en contra del aborto.

Considerar el aborto algo moderno es, cuando menos, sorprendente; a lo largo de toda la historia se han realizado abortos. Considerar el aborto como un derecho es, como mínimo, una aproximación parcial al problema y considerarlo como un derecho exclusivo de la mujer es fundamentalmente injusto. El aborto tiene tres protagonistas que son, por este orden, el nasciturus al que se pretende eliminar, la progenitora del embrión y el progenitor del embrión. No he oído hablar del derecho del progenitor varón a que su futuro hijo nazca. El otrora considerado moderno eslogan nosotras parimos, nosotras decidimos es, a mi juicio, uno de los eslóganes más desagradables que se pueden escuchar en una manifestación.

En inglés hay dos términos para referirse el aborto. Miscarriage (aborto no intencionado) y abortion (aborto intencionado). Aborto es, en español, una palabra con una enorme carga ideológica y emocional y no me parece que dos escenarios tan diferentes como un aborto intencionado y uno no intencionado tengan que compartir el mismo vocablo.

En el caso del aborto, la batalla ideológica fundamental ha consistido en establecer un momento determinado a partir del cual se considera al embrión, o al feto, un ser humano en potencia. El Código Civil español exige figura humana y 24 horas de vida fuera del seno materno para ser considerado persona, lo cual, aunque se apoye razones de seguridad jurídica, no deja de ser una inexactitud biológica porque nadie puede dudar que, en el caso de que un recién nacido muera a las pocas horas de nacer, haya muerto un ser humano.

En mi opinión, desde el punto de vista estrictamente embriológico, la potencialidad del embrión para llegar a convertirse en un ser humano comienza en el instante de la fecundación. En el momento en que el espermatozoide penetra en el óvulo ya hay germen de vida humana. Pese a que la idea que acabo de exponer es considerada "conservadora" por los "progresistas", no hay nada de ideología en lo que acabo de decir; embriológicamente hablando, la potencialidad para llegar a convertirse en un ser es la misma el día 1 y el día 100 de vida intrauterina.

Ha habido múltiples excusas para establecer plazos. El latido cardiaco, por ejemplo, puede percibirse desde la quinta o la sexta semana pero considerar el latido cardiaco como el inicio de la potencialidad de convertirse en un ser humano es embriológicamente disparatado. La embriología humana es tan maravillosamente precisa que establecer plazos por semanas o meses es una burda aproximación a un proceso tan minucioso y preciso en el tiempo.

A nadie se le ocurriría dudar en llamar asesinato a la muerte intencionada de un bebé con 1 mes de vida. Es sorprendente que si alguien atentase contra la vida de ese ser 6 meses antes pueda quedar impune.

El problema de fondo son los embarazos no deseados de las adolescentes. Políticos y políticas poco viajados/as han tratado de vender la modernidad de mantener relaciones sexuales a edades muy tempranas. Nada más alejado de la realidad. Las relaciones sexuales precoces han sido la norma de las sociedades más atrasadas y menos modernas de la historia. ¿Qué hay de moderno en que una niña de 13 años tenga relaciones sexuales con su novio de 14? Absolutamente nada, ya está bien de pseudomodernidad. Ser verdaderamente moderno tiene mucho más que ver con el esfuerzo, con el talento, con la lectura, con los viajes, con hablar idiomas y con la cultura, que con tener un escarceo sexual a destiempo.

Todo el esfuerzo de la sociedad debe ir encaminado a prevenir esos embarazos antes de que se produzcan, a través de educación y el conocimiento de los medios anticonceptivos, y en el caso de que se produzcan embarazos no deseados que nadie olvide que los derechos de la futura madre, del futuro padre y, sobre todo, los del más débil, el nasciturus , deben ser defendidos por el Estado.

* Médico y licenciado en Derecho