La imagen resulta ya conocida en España. Un amplio dispositivo policial junto a dependencias municipales que son sometidas a un registro e intervención por orden judicial, para acabar con una trama de corrupción. Ayer pasó en el próspero municipio almeriense de El Ejido, donde fueron detenidas una veintena de personas, entre ellas su alcalde, Juan Enciso, y el interventor del Consistorio, José Alemán. A todas ellas les imputa la Fiscalía Anticorrupción, tras dos años de investigaciones, los delitos continuados de blanqueo de capitales, malversación de caudales públicos, cohecho, tráfico de influencias y falsedad en documento mercantil.

La corrupción en la política parece un cáncer interminable. Por mucha responsabilidad que le pongamos a la lectura de no confundir el todo con las partes, sí es verdad que se ha desarrollado un clima poco sano para la actividad política y nada proclive para la confianza del ciudadano en ella. La opinión pública necesita reacciones por parte de sus representantes y demanda un ejercicio que sanee la gestión pública desde el punto de vista político e institucional. Es obligación de quienes gobiernan en sus diferentes ámbitos extirpar todos estos ejemplos de corrupción, pero también los partidos deben dar un paso adelante y apostar por iniciativas que sean paradigma de radicalidad ante estas prácticas, fundamentalmente con medidas que den ejemplo de limpieza y eficacia antes incluso de que tenga que actuar la justicia.