Quienes me conocen saben que carezco de carga que me impida navegar contracorriente y expresarme en libertad aún con viento en contra. Desde hace tiempo intuía que la Iglesia, para salvar sus otras dos cajas, dejaría caer a Cajasur, una vez que el Cabildo rebajara sus pretensiones que hacían inviable un preacuerdo de fusión. Ando a la espera de que se aporten datos solventes para que ésta no hubiese podido subsistir sin anexión alguna. Esas mismas, que gustan a las autoridades económicas y del Banco de España para el aumento de músculo financiero, instituciones que anduvieron a su caza hasta conseguir de no intervenirla, vincularla con previsible modificación de la Ley andaluza y uso de fondos FROB y del FGD. Hace pocos días afirmaba el presidente Griñán que "Cajasur tiene una fuerza y potencia en Córdoba espectacular, es una caja muy querida por los cordobeses y ese nombre, esa vinculación y su obra social puede seguir dando satisfacción a los ciudadanos de Córdoba". Estoy seguro, si bien nunca entendí la presión que sobre ella se ejercía, poniéndole chinitas para su no viabilidad, ya fuera por la CNMV impidiéndole captar dinero con emisiones de titulización o simplemente por puro interés, no dejándola actuar para que, en libertad, tomara sus decisiones, con independencia del proceso abierto a otras entidades por parte de Unicaja y la de Jaén. Son muchos los políticos, entre ellos Manuel Chaves, quienes al fin cumplen su deseo de que "a corto plazo y lo antes posible" se uniera nuestra caja al proceso iniciado entre las entidades malagueña y jiennense, preguntándome si con ello, independientemente de cuanto se nos diga por parte de políticos de todo signo, será bueno para el empleo en la entidad o para Córdoba y su provincia. Faltan voces expertas que digan si hubiera sido viable el discurrir en solitario de una entidad financiera como la nuestra. Personalmente entiendo que, con profesionalidad y si se la hubiese dejado mantener su independencia, sí. Supongo que no se trata tan sólo de desactivar el poder de la Iglesia en el mapa económico de Andalucía que, por cierto, no lo pierde. Tras la visita de Asenjo y Gómez Sierra al Vaticano, en compañía del ecónomo de la sede cordobesa, parece que de no llegarse a la fusión se habría intentado redefinir la estrategia en solitario, lanzando un programa de emisiones de bonos avalados y de cédulas hipotecarias que le permitieran inocular liquidez por 1.600 millones de euros en el plazo de un año. La Santa Sede, por su parte, se comprometía a inyectar efectivo en forma de participaciones preferentes, por cuantía de 150 a 250 millones de euros, entre inversores afines al orbe católico, lo que hubiera permitido la solvencia que de forma tan urgente necesitaba, algo a lo que contribuiría el cierre de alguna que otra sucursal, con el único objetivo de mejorar el coeficiente de garantía. El camino no era fácil, pero poco gustaba a quienes pusieron su objetivo en la entidad cárdena de nívea tórtola, trastocándose de ser así algunos planes prefijados para ella. Hace años se enfrentó al acoso, ahora con la crisis global e inmobiliaria que la llevaron a encabezar las tasas de morosidad y a ocupar el segundo lugar en la calificación de riesgo, por su mala gestión, el asunto era más complicado. Cajasur no debió transitar por senderos peligrosos con tan atípicas compañías, ni tampoco aceptar el caramelo envenenado que en su día le dieran; por ello, debió permanecer fiel al espíritu fundacional de monte y caja, de 1864 y 1878, sin atender los cantos de sirena que a partir de 1995 la llevaron hasta su debilidad más extrema, a las puertas ya de su desaparición como institución a manos de quienes ávidos de cerrar el cerco al que la sometieron para que entrara en razón, sin que se le permitiera explorar posibilidad alguna para sus auténticos propietarios: los impositores que dejan su dinero a quienes les merecen una mayor confianza. El patrimonio de Córdoba, el interés ciudadano y de su Obra Social, así como el empleo debieron primar en detrimento del opaco apego del Cabildo, responsable de llevar a la entidad hasta el punto en que se halla, pero que continuará con su peso patrimonial y derechos fundacionales, ya que la Diputación como iniciadora fue convidada de piedra. Ya habrá tiempo de ver cómo acaba el solapamiento de redes y de reflexionar sobre la relevancia cordobesa en el negocio tradicional y empresarial, acerca de la vicepresidencia ejecutiva para el Cabildo--Catedral, de la dirección general adjunta, de las co--sedes y competencias tanto en la Obra Social como en las fundaciones, activos e inmuebles en manos del antiguo fundador o el papel de la Diputación en ese futuro. Pero urge levantar la voz para que el preacuerdo llegue a buen puerto y Unicajasur no deje de ser Córdoba y para ella, ya que no se trata tan sólo de que la Iglesia sea la única que salga beneficiada y que, al final, no pierda nada.

* Catedrático