Algunas veces he pensado que sería una hermosa serie de conferencias sobre la evolución trisecular de nuestra ciudad, la que pudiera ser estructurada en tres títulos: "La Córdoba que no alcanzamos", "La Córdoba que conocimos y que se nos fue" y "La Córdoba que dejaremos".

En lo de la Córdoba que se nos fue entra, naturalmente, Julio Romero de Torres, el gran aldabonazo de los recuerdos de mi niñez, cuyo entierro viene a mi memoria de manera borrosa, aunque sí me llega con toda nitidez el desfile entre lágrimas de un grupo de sus modelos. En el deseo de que mis crónicas sirvan de moderado acompañamiento a la magna exposición de cuadros de nuestro inmortal pintor, están incluidas las notas de su muerte y entierro; pero antes de entrarlas en turno, me parece que puede ser oportuno exponer algunos diseños de la ciudad en aquella época: era la Córdoba que se nos fue. Y es que nuestra ciudad se nos va poco a poco cada día: es un pausado y leve deslizamiento del que ni siquiera nos damos cuenta; pero cuando han pasado algunos años, si nos detenemos a analizar, advertimos que estamos ante una estampa urbana diferente de la que conocimos.

Cuando murió Julio Romero de Torres --año 1930-- sólo había en Córdoba tres museos: el Provincial de Bellas Artes, en el antiguo Hospital de la Caridad; el Museo Arqueológico, entonces situado en una bella casa de aire mudéjar, situada en el extremo frontal de la prolongación de la calle Velázquez Bosco (Comedias ), que hoy se llama Samuel de los Santos Gener en memoria del insigne sabio que fuera director del museo; y el Museo Municipal, adscrito a la Biblioteca pública del antiguo edificio del Ayuntamiento antiguo, que fue demolido y en su lugar fue alzado el que conocemos en Capitulares .

En aquellas fechas todavía no estaba construido el Banco de España de la Avenida del Gran Capitán : sus oficinas se encontraban en la calle Osario número 12.

De los círculos y sociedades de recreo que existían entonces sólo nos queda el Círculo de la Amistad-Liceo Artístico y Literario en la calle Alfonso XIII . Desaparecieron el Círculo de Labradores, Industriales y Comerciantes, construido junto al Gran Teatro; el Círculo Mercantil, en Gran Capitán , 2: el Casino Conservador, en Gondomar , 12; el Liberal, Avenida de Canalejas , 29 (hoy Ronda de los Tejares ); el Club Guerrita, Gondomar , 19; el Real Centro Filarmónico, domiciliado en la plaza de Jerónimo Páez , donde hoy está el Museo Arqueológico y el Real Turing Club, en la calle Teniente Carbonell número 2.

El equipo de fútbol jugaba en el "Stadium América" (frente a la actual estación de ferrocarriles). Había otro campo también muy frecuentado: el "Stadium Electromecánica", en la barriada de dicho nombre; el "Campo de Polo", en el mismo lugar, el "Tennis Club" en la calle Fernando de Córdoba y la Real Sociedad de Tiro de Pichón en la Carretera de Palma del Río.

En cuanto a locales dedicados a espectáculos sólo ha sobrevivido el Gran Teatro (el Cine Góngora todavía no se había instalado). Fueron demolidos el Teatro Duque de Rivas (sucesor del anterior Teatro Circo), la Plaza de Toros, que en verano proyectaba películas con el nombre de Ideal Cinema; el Salón Cervantes o Salón San Lorenzo, teatro de verano donde la prestigiosa compañía Arroyo actuaba toda la temporada, y la famosa Venta de Vargas, situada frente al Brillante, que a su espalda tenía una graciosa placita de toros. Sólo la descripción de los hoteles que tenía Córdoba daría lugar a un libro costumbrista; pero ya sólo podría hacer una triste lista de todas sus desapariciones. Porque la realidad es que de aquella época no nos queda ninguno. Recordemos: "Regina", en Avenida de Canalejas , 27; "España y Francia", Gran Capitán , 4 y 6; "Simón", Gran Capitán , 7 y 9; "Victoria", Plaza de Aladreros , 13; "La Peninsular", Gondomar , 7: "Las Cuatro Naciones", Mármol de Bañuelos , 4; "Carmen", Duque de Hornachuelos ; "Sevilla", 12 de octubre , 10; "Carmina", Gran Capitán , 21; "Europa", Avenida de Canalejas , 42; "La Universal", Plaza del Escudo , etcétera.

Todo lo enumerado no es más que una parte ínfima de lo que ha sido pluma en el viento, ya que podría hacerse una larga y minuciosa enumeración, cuya aceptación sería unánime...

Evocando la fecha de la muerte de Julio Romero de Torres nos hemos ido a una liviana y superficial alusión a la Córdoba que se nos fue. Pero era parte del escenario.