Como dice el periodista Francesc-Marc Álvaro casi al inicio de 'La Sagrada Familia' (HBO Max, jueves, día 24), la de Jordi Pujol es una "historia de historias". Y en esta esperada docuserie de cuatro episodios, David Trueba y el periodista y productor Jordi Ferrerons no se han conformado con contar solo una de ellas, sino cubrir todas las etapas, caras, dobles dimensiones, contradicciones e intrigas del que fuera presidente de la Generalitat durante veintitrés años y, por necesaria extensión, su discutido núcleo familiar.

La idea era "abordar de una forma global y en toda su complejidad la figura de Pujol y su entorno", nos explica por videollamada Ferrerons, que inició el proyecto en 2019 e invitó al director de 'La buena vida' a ponerse al frente del mismo. Además de aportar sus conocidas dotes como narrador, tanto literario como cinematográfico, Trueba trajo consigo no poco instinto historiador o periodístico: "Queríamos que la serie durase y que a lo mejor, dentro de quince o veinte años, sirviera a la gente para entender una época de España, una época de Cataluña", cuenta el propio Trueba, periodista antes que cineasta, y alguna vez, también, cineasta sobre periodismo: recordemos su película de 2006 'Bienvenido a casa'.

Desgranando una figura

'La Sagrada Familia' aborda, sin un narrador omnisciente, sino a partir de un conjunto poliédrico de voces, cómo ayudó Jordi Pujol a construir la identidad nacional catalana. Y también cómo su innegable legado se acabó viendo mancillado por los escándalos de corrupción en el seno familiar. "En el origen de todo –explica Trueba– está la fascinación por la complejidad del personaje y su figura a lo largo del tiempo. Es un personaje único, con muchísimas lecturas, muchísimas capas. Queríamos saber el origen de esa doble dimensión de gran figura política envuelta, a la vez, en turbios manejos. También la incidencia de la familia y del entorno en su saber o no saber lo que está sucediendo. Si realmente había dos dimensiones fabricadas o era una cosa mucho menos elaborada y más cotidiana. Y, finalmente, cuál sería su legado político después de la confesión [del 25 de julio de 2014, de cierta fortuna no declarada en Andorra]; qué clase de memoria iba a quedar en los catalanes cuando la figura desapareciera del mapa". 

La tentación de cierta pregunta cinéfila resulta inevitable: ¿qué personajes de la pantalla cruzaron por la mente de Trueba mientras hacía la serie? "Esa pregunta es malvada", dice sonriendo el director. "Esta historia tiene elementos de 'El Padrino'. O del cine de Scorsese. O de la figura del político tal y como la retrataba justamente 'El político', de Robert Rossen. Esa dimensión popular que tiene un político y que a veces los norteamericanos han retratado. Ese tipo de dimensión de un político que lo coge todo porque necesita llegar al poder. Y, a la vez, con ese elemento humano detrás". Las posibilidades son infinitas, como apunta Ferrerons: "Desde el resistente antifranquista hasta el exdirigente político que hace una confesión pasan muchos años, y durante esos años se han rodado y escrito infinitas películas sobre el entorno político y sus alrededores. Los referentes se multiplican". 

Grandes bustos parlantes 

'La Sagrada Familia' se puede ver como electrizante 'thriller' dramático a pesar de ser, en esencia, el clásico documental compuesto a partir de bustos parlantes y material de archivo. Pero no son unos bustos parlantes cualesquiera, ni tampoco han debido ser comunes las entrevistas. Hablan con generosidad medio centenar de personalidades de la política, el periodismo y la justicia, incluyendo a Lluís Prenafeta, antiguo secretario general de la Presidencia, o el empresario Josep Pujol i Ferrusola, tercer hijo de Jordi Pujol y Marta Ferrusola. "Nos dieron testimonios realmente enriquecedores, quizá porque no buscábamos la confrontación", explica Trueba. "A veces lees entrevistas de prensa en las que parece que el periodista pide a los entrevistados que se inmolen delante de él. Van con mucha agresividad. Creemos que debe respetarse que todo el mundo pueda decir su visión, pueda poner su voz”.

Trueba y Ferrerons destacan asimismo la aportación de Antonio Franco, director de 'El Periódico de Catalunya' de 1978 a 1982 y de 1988 a 2001. "En aquel momento ya estaba muy enfermo [falleció de un cáncer en septiembre de 2021], y hablaba con mucha libertad, fue muy generoso", dice Trueba. "Con algunos personajes teníamos largas conversaciones que podrían haber sido, en sí mismas, una hora de emisión estupenda". 

¿Y ahora la dramatización?

Tras aquellos largos diálogos llegaba el trabajo de, como dice Ferrerons, "mariscar" los mejores extractos y empezar a construir unos segundos diálogos, los que pueden establecerse entre entrevistados a través del montaje. Esa yuxtaposición es la que da estructura al relato: "No queríamos que una voz en off dirigiera al espectador", dice Trueba. "Tampoco que hubiera dramatizaciones que desvirtuaran la labor periodística. O que la espectacularidad, el deseo de atrapar la atención del espectador, nos llevara a frivolizar con las cosas. Lo importante era la información y no el fuego artificial. Eso puede ser complicado. El terreno del documental está en constante evolución y ahora mismo se hacen cosas realmente novedosas y formidables. Pero cuando juegas con un elemento tan periodístico debes tener cautela".

Más licencias literarias permitiría una posible dramatización. ¿Se atrevería Trueba a hacer una 'The Crown' con la odisea épica de Pujol? "Yo me animaría, no voy a decir que no, pero las condiciones tendrían que ser tan buenas como las que tenemos en el documental. Un equipo con el que trabajas a gusto, en el que no hay diferentes pareceres. Eso es difícil. Pero todo es posible, y todo es interesante de hacer, si se hace bien".