Diario Córdoba

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Al margen

Napoleón

Asistimos al relato idealizado, con bastantes lagunas y despreocupación por la fidelidad histórica, del emperador francés

Fotograma de 'Napoleón', de Ridley Scott. Archivo / Prensa Ibérica

No conviene ir a ver el Napoleón de Ridley Scott pensando en un biopic, porque en absoluto lo es. No estamos ante el retrato del nacimiento, vida y muerte de un personaje histórico. Más bien, asistimos al relato idealizado, con bastantes lagunas y despreocupación por la fidelidad histórica, pues no estamos ante un documental sino ante una dramatización con intereses estéticos y afán de entretenimiento y espectáculo (cosa que consigue, pues son 158 minutos que se ven sin cansancio alguno), donde se nos cuenta un segmento de determinados aspectos de la vida y milagros del autoproclamado emperador. El guion escrito por David Scarpa, muy criticado por ciertos errores en el rigor histórico, se basa en dos pilares fundamentales: en un plano general, la escenificación de las batallas y las estrategias que trazó el protagonista; por otro lado, en un terreno más íntimo, se nos muestra la atracción fatal y dependencia de la que fuera su esposa, amante y colaboradora, Josefina. Y siempre ahí, dirigiendo el devenir, la madre.

Hay ciertos valores artísticos que podemos encontrar en la producción, una estética fotográfica muy depurada, en tonos fríos, con cielos grises en exteriores y excelentes armonías cromáticas en las recreaciones paisajísticas, donde cada plano en las luchas son cuadros, y puestas en escena sumamente influenciadas por las obras de arte más conocidas de la época. También sobresalen las interpretaciones, sobre todo la que realiza Vanessa Kirby, que no siendo la primera opción de casting y habiéndose rebajado el protagonismo de su papel consigue ensombrecer al resto, incluso a Joaquin Phoenix que, a veces (concretamente, durante la coronación), parece seguir interpretando su personaje en Gladiator. No obstante, en general los trabajos artísticos están a la altura.

La otra cara de la moneda, ciertos aspectos achacables al subjetivismo británico del director de la excelente Los duelistas, y no me refiero solo a la manipulación del relato histórico bajo la excusa de estar ante una ficción y obviar determinados pasajes de relevancia, porque no se puede olvidar que la intención es de género histórico. Y lo más evidente: poco sentido tiene filmar esta película en inglés.

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