Diario Córdoba

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Al margen

'Campeonex'

Esta secuela ha sabido estar a la altura de la primera película y ha enganchado a un público bastante numeroso

Una imagen de la película 'Campeonex'. CÓRDOBA

Si Campeones constituyó toda una sorpresa y su frescura encandiló a un buen número de espectadores, gracias a sus buenas intenciones y esa mezcla de humor y mala uva, esta secuela ha sabido estar a la altura, enganchando a un público bastante numeroso, pese a competir con producciones que copaban las pantallas (Oppenheimer, Barbie...) y a no ser una novedad. Tampoco está ahora en el reparto Javier Gutiérrez, aunque Javier Fesser -su director- ha sabido sustituirlo con una joven promesa: Elisa Hipólito (hija de Carlos Hipólito), todo un descubrimiento. Sí permanece en el reparto Juan Margallo, actor de raza (durante estos días se le ha podido ver en El espíritu de la colmena, de Víctor Érice), con el mismo personaje de la película precedente, ese paternal responsable del grupo de baloncestistas que ahora, por un error de la novata preparadora (que llega con fama de gafe), se verán obligados a competir en la pista de atletismo.

Si el guion original, que dio pie a numerosas versiones (en Francia, EEUU, Alemania, Arabia Saudí, Chile, China, India, Países Bajos se interesaron por la historia), surgió de la colaboración del director de El milagro de P. Tinto con David Marqués, en esta secuela comparte créditos con la coguionista Athenea Mata.

Campeonex arranca con cierto aire nostálgico, remitiendo al espectador hasta un pasado que enlaza con la comedia original, para entrar de lleno en el nuevo relato y comprometerse con otro reto deportivo y humano, aunque la historia dará un giro con la entrada de un nuevo personaje, el que representa Brianeitor, incorporándose a este equipo de atletas tan peculiares. Y así, la competición no sólo será física, también aparecerá un componente virtual, tomando un protagonismo exacerbado en el último segmento del filme, cuando deja de interesar por lo reiterativo y provocando una caída del ritmo de la acción, alargándose sin necesidad hasta los 124 minutos. No obstante, entiendo que con esta nueva aportación se haya pretendido captar la atención de un público joven, más interesado por los videojuegos y la realidad virtual que por el séptimo arte.

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