No es lo mismo estar delante que detrás de la cámara. Sin embargo, hay actores y actrices que son capaces de simultanear ambas tareas en su filmografía, y con éxito artístico. Ahora es Mario Casas, un intérprete que ha conocido el triunfo llevando a las masas a cualquiera de las producciones que ha protagonizado, quien ha optado por dirigir esta cinta, que ha escrito junto a la actriz belga Déborah François, su actual pareja sentimental. Como protagonista aparece Óscar Casas, un poco como alter ego de su hermano mayor, el realizador debutante, muy bien acompañado de la fotogénica Candela González y Farid Bechara completando la banda de inexpertos delincuentes.
El filme, que navega entre el género conocido como quinqui y el social, posee un estilo visual de lo más depurado, con cierto predominio del plano corto para escrutar los rostros de cada personaje -sobre todo de la pareja protagonista- y de una iluminación más bien fría que firma Edu Canet, dándole cierto aspecto de producción francesa. La factura técnica es impecable. También la banda sonora de Zeltia Montes ayuda a crear la atmósfera apropiada para el relato, salpicada con temas musicales de lo más apropiado, como el temazo de Morad Volar sin alas.
La entrada en escena del padre (encarnado en Fran Boira), escoltado por dos policías y esposado para asistir al entierro de la madre, podría considerarse como la palanca amenazante que desequilibra psicológicamente al protagonista, empujándole hasta la irracionalidad y la violencia, transformando al incipiente artista, soñador, grafitero en violento delincuente. Un fallido golpe convertirá la cinta en huida hacia ninguna parte, mientras se reforzará la relación sentimental entre la pareja de fugados. La caracterización física de los intérpretes, sin duda, es perfecta; sin embargo, en ocasiones cuesta trabajo entender los parlamentos, posiblemente en pos de la naturalidad y el realismo se ha quedado por el camino, en la dirección de actores, ese cuidado por la dicción y proyección de la voz al actuar frente a la cámara. No obstante, como ópera prima resulta notable.
