Conservo el recuerdo -hace muchos años- de un domingo de triduo en la casa de la hermandad de San Álvaro, junto al santuario de Santo Domingo de Scala Coeli, cuando tras la misa de 12, se reparten gratuitamente vino fino de la tierra y huevos duros. El entonces hermano mayor, Francisco Pérez Marín, viendo cómo un hombre llevaba un huevo en la boca y uno en cada mano, total, tres, dijo: «Mira cómo va ese tío, parece un zorzal». Y es que los zorzales son temibles enemigos de los olivos, ya que son capaces de llevarse tres aceitunas de una vez, ya saben como: una en el pico y una en cada pata. Los zorzales son bocados exquisitos porque se alimentan de aceitunas. Cuenta la leyenda que los descendientes de los árabes de aquí expulsados que hallaron refugio en el norte de África, envían anualmente bandadas de zorzales, que cruzan el Estrecho de Gibraltar y regresan al continente africano con la cosecha obtenida. Así conservarán sus derechos sobre los olivos.