Margarita Xirgu Subirá nació el 18 de julio de 1888 en la localidad catalana de Molins de Rey, en la provincia de Barcelona. Hija de Pedro Xirgu y Martí y Josefa Subirá Polls, cuando cumplió ocho años su familia se instaló en Barcelona. En 1900 empezó a trabajar en un taller de pasamanería y se aficionó al teatro en la sede del Ateneo (Distrito V) de Barcelona, al que era asiduo su padre.

Comenzó su labor como actriz en grupos de aficionados desde niña y debutó profesionalmente con la compañía de Josep Santpere. En 1910 formó su propia compañía, y estrenó, entre otras, las obras Andrónica y La reina joven en el Teatro Romea de Barcelona, lo que le granjeó un gran prestigio en la escena catalana.

En 1914 dio el salto a Madrid, donde trabajó en el Teatro Español, interpretando obras de Valle-Inclán, George Bernard Shaw, Gabriele D’Annunzio, Alejandro Casona (La sirena varada, 1934) y Federico García Lorca, del que fue asidua colaboradora, pues el poeta de Fuente Vaqueros estrenó casi todas sus obras importantes con ella: Mariana Pineda, con decorados de Salvador Dalí; La zapatera prodigiosa, Yerma, Doña Rosita la soltera o El lenguaje de las flores y el reestreno de Bodas de sangre.

Poco antes del inicio de la Guerra Civil Española emprendió una gira por Sudamérica con obras de Lorca. En 1937 hizo Yerma y Doña Rosita en el Teatro Odeón de Buenos Aires. En 1938 actuó en la película argentina Bodas de sangre. Murió en Montevideo el 25 de abril de 1969.

«¡Hombre!... ¿a quién le amarga un dulce?... pero el peor enemigo que puede tener un torero es la mujer. Un enemigo muy adorable, desde luego, pero muy peligroso. Nosotros los toreros, desde que comienzan la temporada hasta que concluye, debemos de huir de las mujeres bonitas y hacer de casto José. Las mujeres son un vino dulce que se sube fácilmente a la cabeza y dobla las piernas, y para torear hay que estar muy fuerte. Hay sobre todo que tener las piernas como el acero y la cabeza muy firmes…».

Pero, ¿cuándo se conocieron Joselito, el Rey de los toreros, y Margarita Xirgu, la Reina del teatro? ¿Cuáles fueron sus relaciones?... En esto no se ponen de acuerdo ni los biógrafos de él ni los de ella. Sin embargo, el escritor Doménec Guansé dice: «Un domingo por la tarde -una tarde de sol- fue la Xirgu a los toros. No había ido nunca. Quien la convenció de ir y la acompañó aquella tarde fue el diputado Emili Junoy, hombre de muchas amistades y simpatía. El espectáculo estuvo a punto de defraudarla. Toreaba uno de los toreros más famosos del momento, Joselito (José Gómez Gallito), y la misma sensación de seguridad que daba, con tanto aplomo y coraje, hacía que ella no sintiera la más leve emoción. La gracia y la elegancia de los movimientos y de las actitudes del torero no eran lo suficiente para convencerla. Hasta que de repente, la sonrisa se transformó en grito de pasmo. El toro, abordando al torero bruscamente, lo lanzó con una embestida de su bien astada cabeza contra la barrera.

«Fue entonces -comentó ella- cuando comprendí la trágica emoción de aquel juego terrible y temerario».

Por suerte, Joselito se salvó y Margarita Xirgu se vio libre de un gran peso. Con Emili Junoy habían ido a interesarse por el torero a la enfermería; Joselito agradeció después el interés que le había demostrado la ya ilustre actriz, y se hicieron amigos.”

Aunque el escritor no menciona la fecha pude saber por el cronista de ABC que ese primer encuentro sucedió el 13 de junio de 1915 y aquella tarde en el cartel figuraba el nombre de Joselito al lado de Juan Belmonte y Vicente Pastor.

A partir de ese momento el torero y la actriz se ven con tanta frecuencia que, naturalmente, corrió el rumor de un idilio. Lo que no sorprende ya que la Xirgu estaba en el mejor momento físico de su vida, tenía 27 años, como la describe el Caballero Audaz: «Muy morena, tan morena, que su piel tiene trechos -las ojeras, la barbilla, el cuello- por donde broncea. Sus ojos, muy grandes y muy negros, brillan a veces con un fulgor siniestro, como los de una tigresa... Nunca están quietos. Van delante de su palabra para daros la perfecta sensación de la alegría, del dolor, de la tristeza, del placer».

Pero, aquellas relaciones culminaron en las dos fiestas que los hermanos Gallo (Rafael y Joselito) le dieron a la famosa actriz en su finca de Pino Montano en enero y febrero de 1916 y que fueron publicadas, con gran lujo de fotografías, en la revista La lidia. Sobre la primera fiesta escribiría el crítico Durabat: «Quiso Gallito rendir un tributo de admiración a la insigne trágica y allí en el campo donde resaltan más la belleza de las cosas, dio la fiesta con todo el sabor de los cortijos de Andalucía, donde los toros y las guitarras, la majeza y el vino, los cantares y su cielo hacen un paraíso de aquella bendita tierra, Seguramente no olvidará la eminente actriz tal obsequio en toda su vida».

Y no la olvidó en toda su vida, porque muchos años después, ya en el exilio, en su casa de Montevideo, le contaría a su amigo Bergamín, el gran admirador de Joselito, las dos fiestas que el diestro le organizó en la finca de Pino Montano y ante las preguntas del escritor y poeta, dijo entre otras cosas:

--Sí, Joselito me encandiló, no lo niego, y no te oculto que a mi vuelta de Sevilla estuve a punto de divorciarme. Y es que Joselito era, por entonces, joven (y digo joven porque tenía 7 años menos que yo) y muy simpático. Pero, sobre todo era un hombre hecho y derecho… y arrojado y valiente, como demostraba siempre ante los toros.

--Sí -le interrumpe Bergamín-, pero Joselito mataba mal…

-¡Ja, ja,ja!... ¡Ah!, yo no lo sé, ya sabes que nunca fui una gran entendida en eso de los toros… pero sí te puedo decir que, en mi criterio y por mi experiencia, no solo sabía matar bien… Ja, ja,ja, ¡pero que muy bien!, no solo eso sino que sabía montar a caballo y picar mejor que nadie, que no ha habido otro banderillero como él… y que si no mataba bien con el estoque remataba con la puntilla mejor que cualquier puntillero profesional… Ja, ja,ja...

Y mientras hablaba no dejó de reír, con la pillería que siempre tuvo sobre los escenarios. La verdad es que nunca se supo si aquellas relaciones entre el torero y la diva del teatro llegaron a algo más que una gran amistad.

¡Lo cierto es que Margarita Xirgu no volvió a pisar una plaza de toros tras la muerte de Joselito en Talavera de la Reina! H