La autoevaluación que las universidades españolas hacen de su propio trabajo científico encierra, además de un complejo sistema de indicadores y metodologías métricas, una idea fundamental: la toma de decisiones debe estar basada en datos. Para definir sus propias políticas científicas con las que persiguen alcanzar posiciones competitivas en el sistema europeo de I+D, los rectorados de todo el país buscan la manera más eficaz de medir su productividad investigadora, así como de localizar sus debilidades y fortalezas. Y para conseguirlo cuentan con servicios técnicos de evaluación y planificación en los que se trabaja a diario tratando de «digerir» los datos que genera el trabajo de sus investigadores, localizando sus publicaciones, evaluando el impacto de éstas y reforzando su visibilidad. Servicios que por segundo año consecutivo celebran una reunión en la que tratar de compartir experiencias y conocer prácticas de éxito para mejorar sus sistemas de medida. En esta ocasión en la Universidad de Córdoba.

La segunda reunión de Servicios de Evaluación Científica de las Universidades Españolas ha sido inaugurada por el secretario general de Universidades del Ministerio de Ciencia, José Manueel Pingarrón, y el rector de la UCO, José Carlos Gómez Villamandos, y cuenta con la participación de casi un centenar de gestores y evaluadores de la I+D de las universidades. Todos ellos han discutido sobre la idoneidad del sistema de evaluación y acreditación del profesorado universitario.