Dos orejas de poco peso, a una por toro, y pedidas por un público amable sumaron lo justo para que Leonardo Hernández pudiera salir ayer a hombros al final de la tercera corrida de rejones de la feria de San Isidro, en la que tuvo una actuación correcta pero sin grandes cimas artísticas.

El mayor acierto del jinete extremeño en ambas faenas fue encontrar siempre la emoción en los embroques con dos toros de poco gas y de juego a menos, siendo básicamente él quien llevara la iniciativa en los ataques, al tiempo que redondeaba la puesta en escena con alardes y gestos que también le sirvieron para calentar al público siempre festivo de este tipo de festejos.

En cambio, aunque no saliera a hombros, el mejor toreo a caballo de la tarde llegó de la mano de Diego Ventura, que hizo todo un despliegue de temple y perfecta doma con el segundo, que fue, con diferencia, el toro de mayor entrega y clase de la corrida portuguesa de Cortés de Moura.

El hispano-luso toreó e hizo vibrar al público especialmente con Nazarí, con el que llevó pegados al estribo por todo el ruedo los cortos pitones del enemigo, para clavar después banderillas con el mismo ajuste y vibración como lo hizo también con Gitano, en un sorprendente doble quiebro al violín, y con Dólar, en su ya clásico par a dos manos sin cabezada.

Si Ventura sólo cortó una oreja por esta soberbia faena se debió, sin duda, a la mala impresión que causó en el público el abundante derrame que provocó en el toro el rejonazo contrario con que la remató. Ya con el cuarto, volvió a mostrar su maestría, solo que, con su escaso celo, el de Moura apenas aportó emoción a una lidia que finalizó con varios fallos a la hora de matar.

También desacertado, y muy nervioso, con los aceros de muerte estuvo Juan Manuel Munera en la tarde de su confirmación de alternativa.

Pero antes, con dos astados igualmente de escaso fondo, el joven jinete castellano-manchego compensó con fibra y entusiasmo su falta de mayor rodaje, y tuvo especial mérito su labor ante el sexto, que se paró irremisiblemente a las primeras de cambio.