Cuando le acusan de haber caído en el «electoralismo» con la exhumación de Francisco Franco, una crítica en la que coinciden todos los partidos de la oposición, de Podemos a Vox, Pedro Sánchez suele contestar que no ha decidido la fecha en la que el dictador saldrá del Valle de los Caídos. Si por él fuera, explica el presidente en funciones, Franco habría dejado su actual «tumba de Estado» mucho antes de hoy a las 10.30 de la mañana, momento en el que se levantará, casi 44 años después de su muerte, la losa bajo la que descansa el cadáver. Es cierto. Los socialistas anunciaron plazos para exhumar y luego tuvieron que echarse atrás debido a los recursos judiciales de la familia del dictador, hasta que el pasado 24 de septiembre el Tribunal Supremo dio la razón en todo al Ejecutivo.

Pero eso no significa que a dos semanas y media de las elecciones, ante un panorama incierto, con la crisis en Cataluña atrayendo todas las miradas, el PSOE no tenga depositadas expectativas en la iniciativa, la más simbólica de todas las llevadas a cabo por Sánchez desde que está en la Moncloa. El presidente en funciones podría haber decidido exhumar a Franco pasados los comicios, pero al conocer el fallo del Supremo (que autoriza el traslado del cadáver al pequeño cementerio de Mingorrubio, en El Pardo, junto a su esposa) tuvo claro, explican en su entorno, que el dictador debía salir antes de volver a las urnas.

«DESMONTAR» EL RELATO / La exhumación servirá para que Sánchez reafirme su condición de dirigente «de izquierdas», señalan en el PSOE, puesta en duda por Pablo Iglesias a raíz del fracaso de la investidura. Según el líder de Podemos, Sánchez, en realidad, busca un pacto con el PP. Los socialistas insisten en que solo esperan una abstención de Pablo Casado, nunca un apoyo, y creen que el traslado de los huesos de Franco contribuirá a «desmontar» el relato de los morados. «La exhumación va a afianzar nuestro discurso. Por eso Iglesias insiste tanto en que se aplace», señala un miembro de la dirección socialista.

El candidato de Unidas Podemos dijo ayer en TVE que si él fuese presidente aparcaría el traslado del cadáver de Franco («una buena noticia», dejó claro) hasta después de las generales. Sánchez le contestó desde un mitin en Segovia. «¿Cómo es posible que la exhumación, que es una gran victoria de la democracia española, algunos en la izquierda la sufran como una derrota?», se preguntó el presidente. El auditorio rompió a aplaudir, porque la parte reservada a Franco, más que ninguna otra, siempre arranca aplausos en los actos socialistas.

Mientras tanto, el PP y Ciudadanos apenas se detienen en esta medida, limitándose a señalar que no ayudará a combatir el paro o a devolver la «normalidad» en Cataluña. Solo Vox se muestra radicalmente en contra. El partido ultra considera que la exhumación es, en realidad, una «profanación», y al igual que la familia del dictador ha intentado paralizarla sin éxito.

IMPACTO EN LAS URNAS / En la cúpula socialista aseguran que a Sánchez le convienen todas estas reacciones de la oposición (la frialdad de Podemos, el silencio del PP y Cs y la beligerancia de Vox), pero al mismo tiempo admiten que la exhumación contribuirá bastante poco a lo que más necesita el presidente: reactivar a su electorado, que no acaba de despertar, hasta el punto de que las últimas encuestas, publicadas tras los disturbios en Cataluña, colocan al PSOE por debajo de los 123 escaños que logró en abril. «No ayudará a movilizar, pero sí servirá para demostrar que el Gobierno cumple su promesa», señala un integrante de la ejecutiva.

La preocupación del Ejecutivo son los incidentes que la exhumación puede traer consigo, sobre todo de partidarios del régimen. De ahí que se prohibiera la concentración convocada para hoy por la Fundación Francisco Franco en el cementerio de Mingorrubio y que se haya optado por un helicóptero, y no por un coche fúnebre, para recorrer los 60 kilómetros que separan la antigua tumba de la nueva.

Pero en la Moncloa confían en que no haya problemas graves. El dispositivo, explican, está diseñado al milímetro. Han tenido casi un año y medio para prepararlo, desde que Sánchez anunció que el dictador estaría fuera del Valle antes de agosto del 2018. Al final, será el 24 de octubre del 2019, a partir de las 10.30 de la mañana. El Gobierno calcula que los huesos habrán salido entre una y tres horas después.