El lucentino Emilio Burgos Luna tiene 21 años y estudia técnico de radiodiagnóstico, siguiendo la línea sanitaria de varios miembros de su familia. En su vida ha superado muchos obstáculos, gracias a los adelantos médicos, pero sobre todo gracias a su voluntad de supervivencia y a la lucha de sus padres, que nunca se rinden. Emilio pudo ser quizás el primer paciente infantil con el que se empezó a poner en marcha la consulta de inmunodeficiencias en el hospital Reina Sofía, hace más de una década. «La vida de mi hijo se la debemos en gran parte al doctor Santamaría», señala Beatriz Luna, madre de este chico. Antes de que existiera esta consulta a este joven le diagnosticaron en el hospital de la Paz de Madrid una candidiasis mucocutánea crónica, cuyo principal riesgo es que dicha infección cause daño en los órganos vitales, porque podría ser letal. Con 11 años Emilio sufrió una leucemia, consecuencia de esta misma enfermedad, y la quimioterapia que necesitó para combatirla le causó una necrosis en las caderas, cuenta Beatriz. «Mi hijo es un superviviente. Debido a esta necrosis lo condenaban a que ya no volviera a andar, pero en el hospital Gregorio Marañón de Madrid le pusieron un tratamiento de terapia celular que posibilitó que recuperara la movilidad de una pierna, pero la otra pierna decían que no podía ser. Pero confiábamos en la recuperación de su segunda pierna, y con cáracter privado porque la sanidad pública no quería asumirlo, en el hospital San José de Madrid le pusieron un tratamiento de terapia celular y hoy en día puede caminar y hacer vida normal», añade esta madre.