Enresa ha tenido que frenar la llegada de residuos de muy baja actividad en el almacén centralizado de El Cabril al no contar con la última autorización del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) que le permita comenzar a almacenar productos en la celda 30. La directora de El Cabril, Eva Noguero, precisó ayer a este periódico que esta instalación se finalizó en el mes de abril, después de que se iniciara el proceso de construcción en marzo del 2014 y se hayan invertido 1,7 millones de euros. Según precisó, en diciembre del 2015 remitieron la información solicitada al Consejo de Seguridad Nuclear sobre medidas de vigilancia, documentación que se encuentra en proceso de evaluación en la actualidad. «Esperamos disponer entre julio y septiembre de la autorización para almacenar los residuos de muy baja actividad en la celda 30», dijo Noguero. Esta tramitación llevó a la empresa a tomar medidas para ralentizar la recepción de residuos de muy baja actividad durante el pasado año y en el 2016. Así, los residuos de este tipo procedentes de las centrales nucleares se están almacenando en las propias centrales, con lo que están liberando espacio para responder a la retirada de residuos de centros de investigación u hospitales. «Esto no supone ningún problema porque las centrales nucleares tienen capacidad más que de sobra en sus almacenes», afirmó la directora de El Cabril. Noguero rechaza que haya existido poca previsión. «No es un problema de falta de planificación, no existe un problema en las instalaciones. Se requiere su tiempo», añade.

En El Cabril se almacenan residuos radiactivos de media y baja actividad, que proceden en gran medida de las centrales nucleares, y de muy baja actividad. La recepción de este tipo de productos es la que se ha visto afectada por la falta de la última autorización para poner en uso la celda 30. Hasta el año 2008 no comenzaron a controlarse por Enresa este tipo de residuos de muy baja actividad. Esta decisión se produjo tras producirse varios incidentes. En el año 2006 la dirección general de Política Energética y Minas autorizó a Enresa la construcción y montaje de la primera estructura específica de almacenamiento de residuos de muy baja actividad, que finalizó en el 2007. El 1 de octubre del 2008, tras recibir la autorización del Ministerio de Industria, comenzó a almacenar residuos de muy baja actividad en la celda 29, mientras que las otras se destinan a residuos de media y baja actividad. Esta celda 29 tiene una capacidad de almacenamiento de 30.000 metros cúbicos y se encuentra al 22,43% de su capacidad.

La directora de El Cabril asegura que el almacén cordobés, atendiendo al ritmo de entrada de residuos, tiene una vida útil que se sitúa entre 2027 y 2028. «Hay que ver los datos del inventario que estamos preparando y cómo afectan las medidas de reducción de la producción de residuos en los próximos años», explica Eva Noguero.