Aunque parezca mentira, Javier Cámara (La Rioja, 1967) le ha cogido cariño a Juan Carrasco, el político que en Vota Juan, serie original de TNT y 100 balas, hacía lo que fuera por llegar al poder y que en Vamos Juan intenta fundar su propio partido.

-Esta secuela viene precedida por el éxito de ‘Vota Juan’. Y de premios.

-Está siendo una gozada el recorrido vital de esta serie. Y, sí, Vamos Juan viene avalada por un montón de nominaciones, no solo para mí, también para Nuria Mencía y Adam Jezierski. Es muy satisfactorio ver que tras ellas hay mucho premio ya. Uno hace una serie para que la gente la vea y, después, para que los profesionales del sector la aplaudan.

-¿Qué han visto en ella?

-Que es una serie que innova, que habla de cosas de las que no se podía hablar y que da una vuelta de tuerca a la comedia desde otro punto de vista para que sea más negra, más bizarra, más oscura, donde los personajes son poliédricos. Aunque Juan Carrasco sea un personaje muy simple, es oscuro y se mueve por unas intenciones abyectas, a veces. Eso para nosotros ha sido muy interesante de interpretar y nos hemos sentido muy libres. Espero que a la gente le traiga un poco de tranquilidad en un momento tan duro.

-¿Cómo lleva el confinamiento?

-Cultivando la empatía, el silencio, cuando se puede, porque estos días hablo con mucha gente por la serie. Pero, sobre todo, cultivando la calma personal. Algo sacaremos en claro de esto, pero aún no lo sé.

-Empatía... Juan despierta poca.

-Sí, es deleznable. Se mueve por ambición, y en esta temporada, por despecho, venganza, rencor… Por eso es más oscura, porque se mueve por esos hilos. Y arrastra a su gente a un lugar mucho más oscuro. En la primera temporada, era un triunfador y, en esta, ves desde un principio que su plan está abocado al fracaso. Es difícil empatizar con personajes así, pero teniendo a guionistas como Diego San José y Víctor de León, logramos que salga a flote. Imagino que hay gente que empatiza. Y es que hay muchos Juan Carrasco por ahí…

-Su gente, a la que tanto le ha fallado, sigue creyendo en él.

-Hay una clave en el primer episodio de esta temporada. Cuando María Pujalte (Macarena) le dice: «Yo no quiero ir contigo a ningún lado. Y no quiero volver a esta aventura, llevo 25 años contigo. Pero no podría soportar que esta vez te salga bien». Y creo que eso le pasa a todos los personajes. Quién sabe si están ante un triunfador o un perdedor. Prejuzgamos demasiado fácilmente. Creo que Juan Carrasco se merece una segunda oportunidad.

-Le vemos llorar, hundido…

-Sí. Le vemos más las costuras, las aristas. Es frágil. Si se parase cinco minutos a pensar, no haría lo que hace. Y no puede mirar atrás, porque si lo hace, el camión de basura que lleva detrás se lo fagocitaría. Es un personaje bastante deleznable y complicado de hacer, pero, en el fondo, le quiero.

-Lo es. Habla con desprecio de un «retrasado mental», de «una peluquera de ¡Aluche!».

-Es un señor sin escrúpulos. Habla directamente, insulta directamente. Es prejuicioso, problemático, muy simplón y sin ninguna formación. Es cierto que para él una peluquera de Aluche es algo terrorífico. No hay nada peor. Incluso habla fatal de su ciudad, Logroño, donde fue alcalde y diputado. Todo lo que sale por su boca es tremendo.

-A veces es un poco Torrente.

-Sí, entronca más con esos personajes deleznables. Es más frágil que Torrente, pero sí.

-¿Y cómo reaccionarán los políticos? Con ‘Vota Juan’, bien, ¿no?

-Había planes maravillosos de invitar a políticos de todas las ideologías a un pase especial para que vieran Vamos Juan, pero no ha podido ser por las circunstancias. Sí que es cierto que el feed-back que se sentía de opinadores políticos y de los propios políticos era muy satisfactorio. Un exministro y exsecretario del PP nos dijo que la serie parecía un documental, que estaba mucho más cercana a la realidad que a la ficción. Yo creo que en la primera nos quedamos cortos. En esta temporada entramos más a saco con lo que puede ser la realidad política.