Ciutadans’ fue un precioso acontecimiento en esta complicada Cataluña por su heroicidad en mostrar allí una realidad hasta entonces silenciada. Porque ningún partido había conseguido para catalanes muy catalanes pero no independentistas, tanta credibilidad españolista; y es que irrumpe un líder acorde: un muchacho cercano y de ojos perennemente llorosos al parecer por la Cataluña española, que sin complejos representa un catalanismo alternativo. Rivera, sin tapujos, habla de la madre patria desde una moderna esencia catalana ajena a ideas franquistas. Y así va sumando puntos. Pero entonces peca como Ícaro queriendo volar más alto liderando a España entera, obviando que su glorioso papel político solo tiene sentido en Cataluña, pues fuera de ella, para opción patriótica, ya están otros que cuentan además con más solera. Ciudadanos quiere un centro que está ocupado y copado con más fuerza que nunca porque los extremos han sido asumidos por Podemos y Vox. No hay sitio para Ciudadanos fuera de Cataluña una vez juzgada la corrupción. Pero a la vez, los catalanes no independentistas ya no ven por ningún lado en Ciudadanos aquella ilusionante esencia catalana que incluso ridiculizaba a independentistas. Y así, Rivera va perdiendo fuerza también en su tierra natal y no sabe para dónde tirar, dando tumbos ideológicos para no perderse. Las terceras elecciones son un desastre porque el pueblo entiende que Ciudadanos está ideológicamente desorientado. Rivera ya no parece que llora por una Cataluña en convivencia, sino por sus errores estratégicos; y se va de la política. Pero el partido no puede desaparecer porque tiene intereses en nómina y, además, cuenta con la segunda de a bordo que quizá pueda reflotar un barco ideológicamente embarrancado. Arrimadas se presenta como una mujer también con un bello carisma catalanista hasta el punto de ganar las elecciones catalanas. Por eso, la jugada perfecta es retroceder hasta los aciertos volviendo a la esencia catalana que es la razón de ser; renunciar a Ciudadanos y resucitar a Ciutadans, que además es lo mejor para España porque una Cataluña con Ciudadanos por los suelos será el definitivo avance independentista. Pero hace lo contrario: Arrimadas se arrima al Partido Popular en Cataluña, un partido que allí anda de capa caída. Incomprensiblemente, Ciudadanos, decadente en el resto de España, apuesta por perder su personalidad primigenia y, por tanto, hundirse también en Cataluña. Por supuesto para el Partido Popular es una jugadamaestra. Pero para Ciudadanos es una ruina voluntaria solo comprensible desde el éxito que puede representar para intereses personales.

* Abogado