No dudo que el final del confinamiento tenga relación con la bajada de la curva del contagio y, por tanto, con el propio confinamiento que colabora en esa bajada. Pero no es menos cierto que a falta por ahora de un fármaco eficaz, el único antivirus objetivo real es la llegada del calor. Por eso la apertura de nuestros hogares vendrá coincidiendo con la masiva y paulatina elevación natural de la temperatura.

Luego entonces, lo que no podemos permitir son los artificiales veranos suavizados en primaverales ambientes e incluso cómodos inviernos como venimos haciendo, ya que eso significará reactivar el virus. Porque de 30 años acá, en todos los edificios públicos o privados, o sea, universidades, colegios, hospitales, sedes políticas, monumentos, centros de ocio, medios de trasporte etc, incluso en nuestros propios hogares, ya tiene sitio irrenunciable el aire acondicionado, hoy llamado incluso “climatizador”.

Pues eso, ya no puede ser. Después del confinamiento tiene que venir ordenado por parte del Gobierno, el segundo sacrificio de las gentes como es la renuncia a los infinitos aires acondicionados que pueblan España. Porque, si no, a falta de vacuna o fármaco, sin duda se elevaría la curva al reactivar al virus además con más virulencia y mortalidad pues se crecerá en espacios cerrados.

La defensa de la vida humana nos hará cumplir bien con esta exigencia que estoy seguro será controlada a nivel policial. Sin embargo, aun cuando yo soy humano y por ello soy hijo, hermano y padre y amigo y deseo que no le pase nada a nadie y además doy mi más sincero pésame por los fallecidos, este dichoso virus me está haciendo pensar un poco más allá. Veréis, ya hemos visto que con los confinamientos se ha provocado la paralización de las emisiones industriales, del tráfico rodado, etc colaborando en un freno como nunca antes visto a la ruina ambiental propiciada por la actividad humana; esta especie de barbecho está recuperando un planeta precioso pero gravemente enfermo. Ahora, este verano, será el turno si Dios quiere de los millones de aires acondicionados que tendrán que parar de bajar la temperatura natural de los lugares cerrados si no quieren revivir al bicho que mata a nuestros semejantes. Pero es que, a la vez, esta parada será como una bendición para la atmósfera (en todo caso, yo recuerdo que de niño no teníamos aire acondicionado y éramos, si cabe más felices). Que conste que no quiero que se arruinen las empresas de aires, pero habrá que reconvertirlas.

Finalmente, un terrible y vergonzoso silogismo me viene a la mente: si nosotros los humanos por nuestra exclusiva comodidad, (y tampoco comodidad de todos porque el Tercer mundo está a punto de pasar a ser el cuarto), estamos arruinando la biosfera y con ello los miles de especies de seres vivos que lo pueblan y este virus quiere destruir solo a la especie que está matando a todo lo demás y encima luchar contra éste virus se está identificando con parar de arruinar la vida en la tierra ¿quién es el virus realmente? Pero no se preocupen que no soy ningún traidor de mi raza humana. Mostremos nuestra grandeza. Mataremos al virus para que deje en paz a nuestros hijos y sobre todo a nuestros padres. Pero a la vez, no olvidaremos lo que el enemigo nos ha enseñado: la consideración debida a la madre Tierra. Porque lo cierto es que, en medio de nuestro sufrimiento, los pájaros nunca cantaron con tanta fuerza.

* Abogado