La sentencia que ha condenado a La Manada y que ha interpretado la realidad que ha sufrido una mujer en un portal donde cinco seres biológicos con DNI la han despojado de su dignidad ha demostrado que las sutilezas de la ley pueden convertir a la justicia en un drama en vez de en un medio para la reparación, el consuelo y los valores morales y éticos. Esas sutilezas interpretativas de la ley pueden hacer que una sentencia judicial exprese contundentemente que estos seres biológicos con DNI no habían agredido a la inocente muchacha, sino abusado de ella. Porque no había habido intimidación o violencia. ¿Intimidación?, ¿violencia? Según la RAE intimidar es causar o infundir miedo. Violencia, también según la RAE es el uso de la fuerza para conseguir un fin, especialmente para dominar a alguien o imponer algo. Por supuesto, la fuerza en este caso era claramente interpretada como una superioridad física intimidante: cinco seres biológicos con pene y DNI. El ministro de Justicia, Rafael Catalá, ha cargado contra el deber de tutela del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), teniendo en cuenta que el juez que hace que se decante la sentencia hacia el abuso y no hacia la agresión ha razonado su parte de la sentencia de forma y manera dudosa y hasta reprobable jurídicamente, según Catalá, y bastantes juristas más. Pero si hemos de ser realistas, cuando la ley permite interpretaciones o sutilezas, o quizá veleidades interpretativas de este tipo, no solo el poder judicial es la instancia que ha de solucionarlo, sino el legislador y el poder político que fabrica leyes ambiguas y poco precisas. La ciencia jurídica no puede dejar de ser eso, ciencia, y dejar resquicios para la filosofía parda.

La sentencia de La Manada solo es la punta del iceberg de que no solo en la aplicación de las leyes, sino en la elaboración y planteamiento de estas y desde el ámbito político, no se están haciendo bien las cosas. Las leyes están hechas para las personas, no estas para la ley. Si esto último sucede no hay justicia, y esta se convierte en una sutileza dramática.

* Mediador y coach