A Susana Díaz no la dejaron «coser» el PSOE. Se ofreció para ello en septiembre del 2016, cuando a Rajoy le faltaban algunos votos para ser presidente del Gobierno --¡qué tiempos los de ‘la lista más votada’!-- y las abstenciones que dos meses después situaron al líder popular en la Moncloa abrieron un cisma de dimensiones épicas entre los socialistas. Bueno, ya se había abierto la caja de los truenos cuando descabalgaron a Pedro Sánchez de la secretaría general, pero son todo cosas que suenan remotas, de las que hoy ya ni nos acordamos, se diría que han pasado mil años y otros mil desde las primarias del PSOE que ganó Pedro Sánchez en mayo del 2017 y llevaron a Díaz a centrarse en Andalucía, que para eso era la presidenta.

Se retiró, pues, de la escena nacional y se vino al calor de la andaluza, cosiendo estupendamente con su socio de Ciudadanos, Juan Marín, una estabilidad política y presupuestaria que era la envidia de todos, un oasis al Sur de la crisis catalana y del caótico Congreso de los Diputados.

Ahora, con la llegada de Pedro Sánchez a la Presidencia del Gobierno, los tambores de adelanto electoral en Andalucía vuelven a sonar con fuerza. Y más retumban cuando se hacen los cálculos del final del juicio de la causa política de los ERE, a ver si por mala fortuna vaya a dictarse sentencia en vísperas de las elecciones autonómicas, que tocan en marzo del 2019, pero que, por eso, todo el mundo espera para otoño.

La presidenta madruga. Tanto que, antes de visitar ayer Medina Azahara y prometer que habrá el dinero necesario para potenciar el título de la Unesco, tuvo tiempo de llegarse a Canal Sur y decirle a Tom Martín Benítez que ella no está pensando en adelanto electoral, que quiere «agotar la legislatura», pero que hay una «inestabilidad» generada por «algunos», dedicados a ello exclusivamente... Y quién sabe, pues «no depende solo de mí».

Así que, por si acaso, Susana Díaz ha seguido cosiendo mucho en los últimos tiempos. Ha cosido un acuerdo con los funcionarios, otro con la economía social y otro con sindicatos y empresarios «por el empleo». Rapidito. Y ha señalado a Albert Rivera como su enemigo, dándole caña, lo cual aleja la continuidad del pacto presupuestario con Cs. Le vendrían bien ahora los 350 millones de la flexibilización del déficit autonómico si se consigue que salga adelante en el Senado y Congreso (dificilillo, pero no imposible) para remendar un poquito en sanidad y políticas de empleo... La presidenta cose, y cuando el lunes se vea con Pedro Sánchez, si a este no le da por la venganza, igual se vuelve con algún zurcido adicional para Andalucía y alguna fecha cerrada. Quién sabe. Que nadie se rasgue las vestiduras, que Díaz sabe coser.