Pablo Neruda afirma en Confieso que he vivido : «El mes de septiembre, en el sur del continente latinoamericano, es un mes ancho y florido». En ese ambiente primaveral del hemisferio sur, el día 4 de dicho mes del año 1970 se celebraron en Chile unas elecciones presidenciales que dieron la victoria al candidato de la izquierda, coaligada bajo las siglas de Unidad Popular. Por tanto, el pasado viernes se cumplieron cincuenta años de la elección de Salvador Allende como presidente de Chile. Era su cuarto intento, cada seis años desde 1952. Siempre acompañado en sus campañas por Neruda, ahora el poeta renunció a ser el candidato comunista en favor de quien consiguió mayor consenso, aunque algunos desconfiaban de sus posibilidades tras los fracasos anteriores. Si en 1964 la derecha y la democracia cristiana unieron sus fuerzas, en 1970 cada una concurría con su candidato. La primera con Jorge Alessandri, presidente entre 1958 y 1964, y la segunda lo hacía con Radomiro Tomic. Allende decía: «Tomic habla de una participación popular en su proyectado gobierno. Alessandri sostiene que sabe entender a los obreros. Nosotros no hablamos de una participación popular ni de entender a los trabajadores. Nosotros somos pueblo y será este quien gobierne realmente».

Los resultados dieron la victoria a Allende con el 36,3% de los votos, Alessandri obtuvo el 34,9% y Tomic el 27,8%. Un candidato de la izquierda, de una coalición en la que se hallaban, entre otros, radicales, socialistas y comunistas, llegaba al poder en América por una vía democrática. En Estados Unidos, con Nixon de presidente, había seguridad en que el elegido sería Alessandri, y desde el primer momento se pondrán en marcha planes para desprestigiar al escogido en las urnas y forzar su salida del poder. Lo primero que hizo la derecha fue deslegitimar el resultado; luego, trazar un plan para que el Congreso bloqueara la designación con un candidato alternativo, cuestión permitida por la Constitución, pues nadie tenía mayoría absoluta, si bien hasta el momento se había respetado que fuese designado quien obtuviera mayor número de votos populares. Desde el día siguiente de las elecciones, los medios contrarios a Unidad Popular dirán que Salvador Allende no era el presidente electo, sino el «candidato presuntamente electo». También, desde el primer momento, se pusieron en marcha planes, con apoyo estadounidense, para desestabilizar el país y obligar a una intervención militar, pero lo único que consiguieron fue el asesinato del general René Schneider, comandante en jefe del ejército. Finalmente, el Congreso eligió a Allende el 24 de octubre y este asumió el cargo el 3 de noviembre, con lo cual ahora quedaba la parte más difícil de su gestión política, pues pretendía poner en marcha un amplio programa de reformas, pero además debía hacerlo sin contar con mayoría en el Parlamento, a lo cual se uniría la oposición internacional de la mano de aquellas compañías extranjeras que empezaban a perder su influencia en Chile, en especial cuando se hablaba de llevar a cabo la nacionalización del cobre. Desde Estados Unidos, la Administración Nixon puso en marcha su influencia para llevar a cabo un «bloqueo invisible» contra Chile en la economía internacional.

El gobierno de Allende duró tres años, hasta el 11 de septiembre de 1973, cuando tuvo lugar el golpe de estado de Pinochet. En el mes de marzo se habían celebrado elecciones generales, y la derecha, junto a la democracia cristiana, esperaban conseguir una mayoría de dos tercios que les permitiera poner en marcha el mecanismo constitucional de inhabilitación del presidente, pero no fue así, sino que Unidad Popular aumentó su representación. Quedaba la vía de una intervención militar, y con ella llegó a Chile un septiembre cruento y negro. H