Saber lo que el presidente Sánchez va a acordar con el señor Torra es buscar una respuesta ante la incertidumbre. Sánchez se enfrenta ante una situación compleja y de la que dispone una información incompleta. Puede buscar la solución a ciegas, aprendiendo de la experiencia de otros o racionalmente. También puede encontrar la solución mediante un atajo, lo que le conducirá a un error o a un acierto, o mediante un análisis de fallos anteriores y efectos que han generado esos fallos, como fue el de convocar rápidamente las elecciones del 21 de diciembre pasado.

Dado que Sánchez se verá pronto con Torra ¿Cómo valorar la probabilidad de que se llegue a un acuerdo en las siguientes cuestiones?:

1. Liberar a la Generalidad del control del gasto que procede de las transferencias del Fondo de Liquidez Autonómico.

2. Aceptar que Cataluña disponga de un pacto fiscal más o menos similar al del País Vasco y Navarra.

3. Aceptar un referéndum en Cataluña para optar a la independencia.

Enjuiciar lo que van a pactar Sánchez y Torra es insensible a lo que el presidente haya dicho o hecho previamente cuando no era jefe del Gobierno. Esos antecedentes no son representativos porque ahora está sometido a un cúmulo de factores que ni él mismo sabe medir.

Enjuiciar en probabilidad lo que va a hacer en las cuestiones antes planteadas nos conducirá a serios errores porque la historia de Sánchez, antes de ser presidente, no es representativa. No sabemos si para Sánchez, el señor Torra es oportunidad, suerte, destino, azar tras azar. No disponemos de situaciones similares en las que Sánchez se haya enfrentado a similares demandas para que su conducta sea predecible. Nada de lo que Sánchez ha hecho es representativo de lo que va a hacer.

Toda predictibilidad presupone un rango de posibles soluciones a las preguntas anteriores. No vale la intuición de los periodistas porque las intuiciones predictivas violan la regla del rango que es propia de toda predictividad.

El Sánchez conocido es escaso porque no tiene experiencia gubernamental, no es fidedigno y se nos puede quedar anticuado. Quien pretenda predecir sobre lo que hará el presidente Sánchez gozará de la ilusión de la validez de su predicción. No se puede predecir a Sánchez basándonos en sus actos pasados porque eso sería redundancia y la redundancia no aporta seguridad.

Ser candidato a presidente no es igual a ser presidente. Sus anteriores actos ya no son recuperables, de modo que la imaginación juega un gran papel a la hora de predecir la probabilidad de lo que Sánchez va a hacer.

Si nos anclamos en aquella frase «España es Nación de Naciones» quizás demos una elevada probabilidad a la autorización de un cierto tipo de referéndum en Cataluña. Pero descansar en ese anclaje para predecir lo que Sánchez va a pactar es muy aventurado porque tendrá ante sí mismo acontecimientos que son a la vez conectados y disyuntivos. Será muy difícil estimar la probabilidad de acuerdos, como los propuestos en este texto, sin estimar antes las probabilidades de acontecimientos que están conectados al posible pacto o los que son disyuntivos o los contrarios al pacto. Según sean unos u otros sobreestimaremos o subestimaremos la probabilidad de una cadena de acuerdos.

Probablemente el señor Sánchez no pueda predecir la probabilidad de un acuerdo u otro. Todo ante él es incertidumbre a pesar de las conversaciones secretas que están manteniendo Torra y Sánchez.

* Catedrático emérito de la Universidad de Córdoba