Es todo tan tremenda nadería, da tanta vergüenza ajena al personal, hay tanto vacío familiar que no tiene sentido si se saca de casa, que no citaré el título del libro. Digamos que se trata de un conjunto de hojas cosidas con un lomo, contraportada con texto y portada con rostro. Hay caras que son espejo de sí mismas, tanto como presentar el libro con Mercedes Milá y Jesús Calleja. Todo eso marca, significa y es. Pues claro que cambias el colchón. Y las sábanas. Y las toallas. Pero no lo desvelas como primera medida presidencial. Porque no tiene gracia y tampoco es un hito. Es como decir: mi primer día como presidente me puse unos calzoncillos limpios. Esa fue mi primera decisión. Enhorabuena. Luego hablas del Aquarius, como logro ético, cuando estamos devolviendo a los inmigrantes. Vale. Y hablas del poco cariño que te tiene Susana, también vale. Nadie lo había notado. ¿Era necesario desgranar la guerra interna en aquel Comité Federal, con algo de farsa trágica y rumiante a lo valleinclanesco, pero sin ingenio? ¿Era necesario proclamar que el Rey y tú estáis llamados a salvarnos, y traficar con su figura? Pero claro, no olvidemos que se cuenta también cómo su hija perdió las elecciones a delegada escolar, y los compañeros dijeron: «Como tu padre». Conclusión del «autor»: «Es que los niños pueden llegar a ser muy crueles». La encrucijada: mudarse a la Moncloa. Marcharon juntos los papás y las hijas y la perra Turka, a pasar la tarde en sus jardines: «Así comenzó mi primera negociación como presidente del Gobierno». Tierno y vacuo, intrascendente e íntimo: como toda familia si se expone así. Pero el presidente estima que es preciso contarlo. Él y la autora real del libro, Irene Lozano, que ni aparece en la portada. A la secretaria de Estado de la España Global le sobra tiempo para escribir. Como decíamos ayer, tampoco ella reparó no en la errata, sino en el gatillazo literario de Fray Luis. Mientras tanto, nosotros también resistiremos.

* Escritor