Hay quien lo llama relato. Otros lo tildan de discurso. Escuálidos y manidos argumentos de un guión político de manual sobado: un engendro de estultos para otros semejantes. Un ejercicio de hipocresía barata. A fin de cuentas es el continuo reparto del al parecer inagotable botín, la abultada y sustanciosa herencia que aún queda, que es de lo que se trata; tanto ahora como casi siempre. Con la casa sin barrer. Y para capador, el que peor y más chifle.

Mientras, los irredentos halagadores, palmeros arribistas, circunnavegando alrededor del jefe o preboste, esperando que algo caiga, todos atentos a sus gestos y actitudes como si fueran guardias pretorianos que aún no han recibido la adeudada soldada. Unos y otros constituyendo sus gremios como, por ejemplo, la cofradía de la cosa y de la obra pública, o los grandes tenderos y especuladores, o los popes del poder económico, o los profesionales de la actividad política con más o menos suerte, o los asesores, consejeros y otros conformadores de opinión en algunos medios de comunicación social.

Pero en considerable escala, todo ello no es más que la resultante de una extendida incultura, o una moderna y adecuada subcultura, puesta a rodar, o iniciándose en cierta medida, desde el aquel momento en que se apartó de la enseñanza, en los estudios preuniversitarios, básicos y superiores, los más elementales conocimientos de las humanidades, y las sobrevivientes y clásicas lenguas muertas, para así adocenar a una gran parte de la entretenida juventud, salvo a honrosas y escasas excepciones que confirman la regla. Y de donde deriva el deterioro y vilipendio de las instituciones académicas, en connivencia con el oprobioso silencio de la pastueña intelectualidad.

Y mientras tanto las hoy aparentes fuerzas políticas, lastradas de nacionalismo, xenofobia y separatismo anticonstitucional, rotas o divididas, a la par que claman sin pudor, o escasa manifestación del mismo, por hacerse con el timón de una nave al pairo, a la deriva, sin norte, cargada con la corrupción y el enorme peso de la deuda, pública y privada.

* Doctor ingeniero agrónomo y licenciado en Derecho