Regresan a la plaza de Los Califas, la única entre las grandes que va a celebrar corridas de toros esta temporada. Estampo aquí mi ¡olé! por ese gran detalle periodístico de ofrecer la noticia con una buena foto en primera página. Se lo merece la tauromaquia, el arte de lidiar toros; nuestra Fiesta Nacional. La plaza de toros luce su redondez en casi todos los pueblos de España. No es un festejo elitista como la caza del zorro en Inglaterra. En Londres, siendo corresponsal, le oí a un diputado laborista: «Las clases más populares van a las corridas de toros». Aquí, cierta progresía las anatematiza con demagogia: lo mucho que ganan los toreros. ¿Y los subalternos? Si tuvieran a mano el Cossío como lo guardo yo en el lugar más privilegiado de mi biblioteca, los antitaurinos no exhibirían tanta estulticia. El buen toreo es arte puro y a falta de conocimiento se echa mano de tópicos tan sensibleros como ideológicos. Conocí el toreo de Manolete y Pepe Luis Vázquez, dos estilos diferentes unidos por el arte. Con mi afán por aprender en todas las secciones de un periódico, también escribí de toros como reportero y como crítico. Sustituía en las novilladas de Madrid a mi pariente Antonio Bellón, crítico de Pueblo , cuando él asistía a los festejos taurinos de España. He leído la crítica de Zabala de la Serna que vino a Los Califas. Su padre, Vicente Zabala, fue un gran crítico y buen amigo. Por su hijo supe que Morante le brindó un toro a Cayetana Álvarez de Toledo. Le gusta la Fiesta Nacional; y torea en política sin miedo a las cornadas de los mediocres.