El olivar tradicional pasa, en estos momentos, por varios y difíciles problemas por resolver. El primero, y muy preocupante, el cambio climático que afecta más al interior de España y a nuestros olivos de secano, y nunca se ha trabajado en la concienciación y búsqueda de soluciones para atajarlo; pero también la diferencia de precio en la recolección del olivar tradicional frente al superintensivo, los abusos a los que llegan los supermercados, sobre todo los de gran superficie, según he podido leer en alguna publicación reciente, que utilizan el abaratamiento del precio del aceite de oliva como reclamo para la compra de otros productos, la competencia desigual con otros países de nuestro entorno, sobre todo del norte de África, cuya producción se realiza a unos costes inferiores a los nuestros, pues aquí pagamos los jornales al precio legal establecido, tanto a nacionales como a inmigrantes, sin embargo, estos países nos hacen competencia con salarios más bajos, por lo que sus aceites son más baratos. Parece que la futura pérdida de jornales en el olivar tradicional no le preocupa a nadie. A estos países les salen las cuentas, pero a nuestros olivares tradicionales no. Esa mecanización, necesaria para abaratar costos es muy cara para ser asumida por explotaciones minifundistas, que son mayoritarias en las provincia de Córdoba y Jaén.

Según leo en el libro de José María Penco titulado El fin del sector oleícola (tal y como lo conocemos) en el que pronostica un cambio importante en torno al aceite de oliva para el año 2030, los olivares y las cooperativas que no desaparezcan, se irán fusionando para convertirse en empresas modernizadas al máximo, con tiendas que comercialicen, además del aceite, todo tipo de productos, diversificando, y alguna de ellas convertidas hasta en hoteles. Sobre este pronóstico esperamos que las cooperativas pertenecientes a la DO de Priego de Córdoba no se queden atrás, ni desaparezcan, con sus aceites, de una calidad extraordinaria, situados entre los mejores del mundo y con numerosos premios cosechados a lo largo de su historia. Lástima que no hayamos sido capaces de comercializarlos de una forma más generalizada, solo algunos casos concretos. Espero que las cooperativas que pertenecen a esta denominación se planteen lo que acabo de señalar y promuevan y fomente fusiones o absorciones que permitan crear empresas grandes, fuertes, modernizadas y mucho más competitivas. Si lo han logrado cooperativas de otros sectores como Covap, si los productores italianos consiguen vender el aceite al doble que el nuestro, debiéramos luchar lo indecible por conseguirlo. Necesitamos la ayuda de muchos andaluces y andaluzas que luchen y no se conformen con lo que la realidad del momento nos está presentando; y que se impliquen las autoridades y los organismos competentes.

Siempre he soñado esto para mi Cooperativa y para mi pueblo, ojalá que reaccionemos a tiempo ante esta preocupante situación que se nos presenta.