Sánchez está demostrando que más que estar hecho para las reglas fijas, ha nacido para las excepciones. Pues es una excepción ser presidente sin pasar por las urnas y seguir siéndolo con tan exiguo número de escaños. Pero, como decimos, las excepciones se han convertido en su bandera y razón de ser, ahora le toca a los presupuestos. Intentar sacar éstos adelante con los socios con los que se maneja no podía ser otra cosa que una nueva excepción. El que los saque o no, aún está por ver pero de entrada el planteamiento de su Proyecto de Ley de Presupuestos Generales del Estado vuelve a basarse en la excepción y la excepcionalidad: tiene un porcentaje excepcional que es el número de la Bestia menos un digito. Esto es, el 66% de aumento para Cataluña con respecto al 2018. Como no podía ser de otra manera, la disparidad en el reparto autonómico de recursos estatales también es una excepción. Andalucía con menor renta per cápita y más habitantes recibe menos. Pero excepcionalmente Sánchez así lo ha decidido, y usted y yo lo pagamos con nuestros impuestos, que por cierto, esto de ser paganini es lo único que no es una excepción en esta historia, sino una norma. Y además obvio. Como también lo es lo que la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, dice de sus propios presupuestos: «son unas cuentas magníficas para Cataluña». No hay nada como una declaración tan rotunda y agraviante para sentirse un hijo bastardo de otra comunidad autónoma. Aunque sería más llevadero ese bastardismo si la causa aludiera a algún tipo de veleidad morbosa por causa regionalista. Al menos podríamos refutarla intelectualmente. Pero no. La única causa es para que los independentistas sigan manteniendo a Sánchez ya no en la Moncloa, sino en el Falcon, que es donde excepcionalmente habita y habrá concebido estos presupuestos excepcionales.

* Mediador y coach