Hablar de la mujer siempre es actualidad: la igualdad efectiva, la brecha salarial, el acoso sexual, la violencia de género... Cada día leemos noticias referentes a algunos de estos temas.

Qué difícil sigue siendo en la actualidad el papel de la mujer, tanto en temas profesionales, como cuando hablamos de conciliación de la vida laboral y familiar, aunque se piense lo contrario, desempeñando tantos roles como la norma social ha establecido para nosotras, esposas, madres, trabajadoras, amas de casa, en muchos casos estudiantes aún con todo lo demás, en una sociedad que además exige que estemos perfectas, siempre guapas, delgadas, dispuestas a cualquier cosa en cualquier momento. De hecho, un hombre que envejece puede resultar atractivo y para una mujer cumplir años se puede convertir en algo traumático. Seguimos nadando contra corriente cual salmón en aguas noruegas mientras el oso espera una pequeña debilidad para cazarnos.

Lo increíble de esto es, precisamente, que la propia mujer empequeñece a las de su género cada vez que critica a una de nosotras por ejercer la libertad de elegir una determinada ropa de vestir o unos zapatos de tacón alto para ir al trabajo. Por maquillarse, peinarse, sentirse guapa, sentirse femenina, sentirse mujer, eso levanta ciertas suspicacias entre aquellas otras a las que no les gusta realizar estos rituales a diario, convirtiéndolo en críticas de desprestigio a aquellas que lo hacen solo porque les gusta, sin más. También se autominusvalora cada vez que critica a otra cuando consigue un puesto de trabajo de un nivel superior, de esos que parecen estar diseñados solo para hombres, dando a entender que una mujer por sí sola no es capaz de conseguir ocupar ciertos puestos o estatus laborales o sociales sin ofrecer ciertos favores al género masculino. Todas estas críticas, muy femeninas y poco feministas, nos hacen débiles, vulnerables. Son un retroceso en tan difícil avance social, en una sociedad todavía llamada machista que nos exige tanto a todas.

Debemos seguir luchando, por nosotras y por todas aquellas que con su lucha nos han facilitado la vida. Solo unidas conseguiremos esa igualdad efectiva. Solo nosotras podemos seguir cambiando la historia y el primer paso para conseguirlo es el respeto hacia nuestro propio género.

* Licenciada en Ciencias del Trabajo