Después de la caída de Lehman Brothers el 15 de septiembre del 2008, cuando la crisis se hizo hueco en nuestros salarios, quizá el único paraíso posible sea el de la Córdoba en mayo. Hasta los bancos, empresas financieras de lucro holgado, lo han entendido: Cajasol, en Ronda de los Tejares, ha abierto exposición con el arte en los patios cordobeses y Cajasur juega en Viana con esa seña de identidad de la ciudad. Tan acusada que la Unesco la convirtió en Patrimonio de la Humanidad y el patio de la calle Marroquíes, 6 se ha convertido en el jardín de Córdoba, en un milagro de flores, pervivencia del almanaque del sastre Juan Pérez Latorre y techos de buganvillas, donde el calor de los tejados de uralita del cuarto de pilas contrasta con el sonido del agua de la fuente de un rincón y con la sensación de frescor de sus estrechas calles donde conviven ocho familias y cuatro talleres. ¿Futuro? Elena la ceramista piensa que no hay jóvenes que vayan a seguir con esto.

El patio de Chaparro, 3, ya fruto del nuevo tiempo, depende de sus propios moradores, que lo consideran «el lugar donde el tiempo se detiene, la conversación no es un pretexto, la comida es de fiesta y lo común, un tesoro que mantener». La mesa del patio está este año llena de libros y corbatas en recuerdo de Gloria Fuertes y un cenicero con un paquete de Ducados arrugado. En el espacio de influencia del patio de Marroquíes, 6 aparece un elemento del paraíso de las tardes de la Córdoba de mayo: la Casa de Paso que une Chaparro a la Plaza de la Lagunilla, un milagro de aquellos tiempos que ahora está cerrado a la espera de una definitiva apertura. Para ver la plaza de la niñez de Manolete --que ahora cumple cien años de su nacimiento, en cuya casa número 11 vivió--, subimos por Mayor de Santa Marina. Los miembros de la asociación que han montado cruz en esta zona hacen recuento histórico del torero y su mundo mientras limpian con agua los excesos de la fiesta, que él ve desde su estatua. Desde donde mira, aunque no sea con excesiva persistencia, la basílica de los Santos Mártires, Acisclo y Victoria, en la Puerta del Colodro, donde una monja vestida de blanco reza de espaldas. Autobuses de Aucorsa y turistas pasan por tantas historias como hay por aquí, entre otras la ya muy antigua de la conquista de Córdoba por Fernando III y la muy reciente de la venta para hotel del convento donde los devotos le rezaban a san Pancracio, entre las calles Isabel Losa con santa Isabel. Josep Fontana nos habla en su libro El siglo de la revolución. Una historia del mundo desde 1914 de un tiempo en el que nació Manolete y los patios de Córdoba, en 1921, celebraron su primer concurso. Cuando esta ciudad empezó a ser paraíso. Al menos en las tardes de mayo.