Recuerdo, ya en el nuevo edificio del periódico Pueblo, la visita que hizo el infante Alfonso de Borbón. Se rumoreaba que formaba parte de la maniobra del sector falangista del Régimen en promocionarlo como futuro Rey frente a don Juan Carlos. Se decía que era más permeable al ideario continuista que el hipotético liberalismo de su primo. Pero era evidente que la República era una utopía y el dilema estaba entre la restauración de la Monarquía o el deseo continuista del sector falangista. Surgió entonces una clase de monárquicos pragmáticos frente a los cortesanos habituales. Ese pragmatismo es el que ahora se reproduce frente al deseo de socavar la Institución monárquica con la excusa de los desvaríos del rey Emérito quizá demasiado humanos. Pero la Monarquía que tenemos es democrática y moderadora. Representa la unidad de España. Es lo que quieren socavar los independentistas e izquierdistas radicales. Franco no se dejo seducir por los que incluso le insinuaban, a su nieta, como reina de España; y propuso como Rey a don Juan Carlos. Santiago Carrillo, con su pasado stalinista aceptó la Monarquía, contra la que luchó en la Guerra Civil. Un ejemplo de reconciliación. España es monárquica por pragmatismo. La Transición había que llevarla a cabo entre todos. Ahora, pese a que con el Rey Felipe VI se ha fortalecido la monarquía democrática, la que no respetó su bisabuelo Alfonso XIII, surgen los iconoclastas de la Institución.

* Periodista