La presencia de los partidos catalanes y vascos en el Parlamento nacional es totalmente desproporcionada como consecuencia de una Ley Electoral injusta, ideada en la Transición para favorecer el bipartidismo y la presencia en el Parlamento de fuerzas políticas autonómicas que presentaran candidatos en un número restringido de circunscripciones provinciales, lo cual favoreció en su día a PSOE, PP, PNV y CiU. De este modo, estos cuatro partidos fueron los actores principales de la escena política durante cuarenta años, lo que les permitió tapar importantes casos de corrupción. Es inaceptable que la moción de censura presentada por Sánchez dependa de lo que decidan el PNV y los independentistas catalanes. De este modo la voluntad política de unos miles de ciudadanos condiciona el futuro de todo un país.

Sánchez está maniatado al haber apoyado el 155 y proclamado su apoyo a Rajoy en lo relativo al modelo territorial. Aunque Torra haya cambiado el Gobierno y el 155 se retire, barones influyentes de su propio partido le exigen no llegar a acuerdos con los independentistas catalanes abocándole a un camino sin salida.Sin los votos de los diputados catalanes y los del PNV la moción no prosperará y sin ofrecerles nada a cambio, estos no apoyarán la moción de censura.

El PNV, que ya ha pactado con Bildu una vuelta de tuerca más en lo que se refiere a transferencias, exige más competencias para apoyar dicha moción. Sánchez podría, desoyendo a ciertos barones de su partido y pactando con vascos y catalanes, llegar a La Moncloa pero lo haría sin la legitimidad necesaria para gobernar. Con 85 diputados socialistas necesitaría del apoyo de Podemos y los independentistas. España pasaría de un Gobierno débil, cuyo presidente debería haber dimitido ya, a un Gobierno más débil todavía.

El sentimiento independentista vasco es un hecho, los partidos nacionales son anecdóticos en una comunidad autónoma dominada por PNV y Bildu que querrían vivir en un país de siete provincias, cuatro españolas, anexionando Navarra, y tres francesas. Francia no está por la labor y sabe que decir no en ningún caso es antidemocrático. El País Vasco no es ningún país y debería haberse denominado Comunidad Autónoma Vasca.

Esas pequeñas concesiones idiomáticas sin aparente importancia nos han llevado , cuarenta años después, al disparate de ser el único país del mundo que, habiendo transferido la Educación, permite el adoctrinamiento de decenas de miles de sus niños en contra de sí mismo.

Ha quedado demostrado que la sed de transferencias no se sacia otorgando más prebendas; el separatismo quiere siempre más hasta conseguir su objetivo final. Urge un pacto nacional para frenar la deriva independentista que pone en peligro no solo la unidad de España sino también la de Europa.

* Médico