Amás de siete meses del inicio del estado de alarma, y conociendo como hemos conocido ahora que Seguridad Nacional advirtió a Sánchez al menos 11 veces de amenazas covid-19 entre enero y marzo, y en pleno crecimiento de la llamada segunda ola teniendo a las puertas la campaña de gripe, resfriados y constipados, qué más tiene que ocurrir para que de una vez y sin más excusas se realice una auditoria externa independiente. Los científicos llevan meses solicitándola, y son reiteradamente ignorados. El último mensaje que han dirigido al Gobierno no puede ser más claro y contundente: «Mandan, pero no saben». En contestación a ello, el Consejo interterritorial ha acordado que se constituirá un comité, bajo la Secretaría de Estado de Sanidad, con intervención de representantes de las distintas comunidad autónomas para una evaluación, dicen «independiente», del covid, y para ello emplazan a reunirse en noviembre. ¡Es una auténtica tomadura de pelo!, Por una parte, no es imparcial cuando depende del propio Ministerio de Sanidad, y por otra, no le dan ninguna importancia cuando dada la delicadísima situación sanitaria que tenemos y que puede agravarse por el aumento de contagios en todo el territorio nacional, acuerdan reunirse dentro un mes. La ineptitud e incompetencia se convierte en negligencia. Es todo un despropósito: El Consejo de Seguridad Nacional está dirigido por un consultor político (Iván Redondo) y el Ministerio de Sanidad por un filósofo (Salvador Illa). No hay comité de expertos, se ignoran recomendaciones y medidas de técnicos científicos y sanitarios, y la transparencia brilla por su ausencia. Eso sí, son unos artistas en maniobras de distracción: ataques a la institución de la Monarquía y al poder judicial, pulso constante con la comunidad de Madrid -ahora el estado de alarma-, constitución de comités para la memoria histórica, anuncio de modificaciones a la ley de eutanasia y de aborto. Con ello persiguen su objetivo que es polarizar las posturas partidistas y trasladarlas a la ciudadanía, dividiendo a esta y haciéndo que tome posición en un «conmigo o contra mi». No es honesto, ni ético, pero tampoco es momento para ello. Es momento de unidad de acción contra la pandemia, de forma multidisciplinar e integral desde todos los sectores políticos, económicos y sociales. La evaluación externa que exigen los profesionales que realmente saben, no solo la creen necesaria, sino imprescindible y urgente, y entienden que esa independencia implica se realice sin intervención alguna de la administración, incluso sugieren que sea realizada por órgano europeo, esa es la verdadera garantía de lo que significa una auditoria. Manifiestan que lo que se trata es valorar lo positivo o negativo de las medidas acordadas e implantadas, y en su caso, corregir y mejorar las que no han sido efectivas. No entran en responsabilidades políticas, los científicos no pueden entrar en ello porque no es su competencia. La pregunta es ¿porqué el Gobierno se niega sistemáticamente a la auditoria solicitada de los que, sin mandar, saben? La respuesta es clara, no les interesa porque siguen anteponiendo sus intereses partidistas a los intereses sanitarios y económicos de los ciudadanos. Ello evidencia una auténtica falta de liderazgo del presidente. Es lógico y razonable que no atiendan las críticas del resto de partidos, pero han de escuchar a los ciudadanos, pero por encima de todo a los científicos. Ellos saben, y por eso, deben mandar.