A menudo suele hablarse, y con razón, del desaliento de nuestra juventud, sobradamente preparada pero con muy escasas perspectivas de futuro. Van siendo ya pocas las familias de clase media que no tienen un hijo fuera de Córdoba, muchos de ellos en el extranjero --con lo que la herida de la distancia es aún más profunda--, pues no les cupo más remedio que buscar mejores tierras de promisión ante el oscuro horizonte laboral que aquí les aguardaba. Este panorama, real y doloroso como la vida misma, nos conduce a veces a verlo todo negro, sin advertir que muchos de estos jóvenes luchadores no solo consiguen abrirse camino sino que alcanzan el triunfo, aunque no siempre se repare en esos éxitos ni se los ensalce lo suficiente.

Vienen estas disquisiciones a cuento de varias noticias que han salpicado estos días la actualidad local, sobre todo la cultural, porque todo no iban a ser diatribas electorales o dichas postizas de feria. Por azar, supongo --aunque cada día creo menos en la casualidad-- ha saltado casi a la vez el eco de logros obtenidos por cuatro jóvenes cordobeses que posiblemente ni se conozcan entre sí, aunque a todos les une el pertenecer al mundo del espectáculo y, por supuesto, haber proyectado fuera sus carreras, cosa lógica cuando uno se alimenta de la sustancia de los sueños. Se trata del violinista Paco Montalvo, el tenor Pablo García-López y las cantantes India Martínez y Trinidad Montero, La Trini. Todos jóvenes, todos deseosos de pasar a su modo a la historia.

A Francisco José Montalvo, inscrito ya como Paco Montalvo en los anales de la música intemporal gracias a su violín flamenco, hace tiempo que su talento y precocidad le llevaron a tocar el éxito con las manos cuando todavía tenía edad para el juego. Instruido en un principio por su padre, que vive al minuto los pasos del hijo prodigio, con seis años dio su primer concierto en Córdoba; con 12 debutó en la Orquesta Sinfónica de RTVE en Madrid, y a los 18, tras ampliar su formación en prestigiosas escuelas internacionales de música, dejó boquiabierto al entendidísimo público que lo escuchó en la sala principal del Carnegie Hall de Nueva York por su dominio técnico del instrumento y la madurez interpretativa de que hizo gala, según recuerdan las crónicas. Ahora, a sus 26 años, después de un lustro de gira con el espectáculo Alma de violín flamenco, graba un disco que titulará Del clásico al flamenco y que presentará con un nuevo montaje en el Liceo de Barcelona en octubre, para a partir de ahí emprender otro circuito de actuaciones con las que seguirá deslumbrando al respetable.

Otro chico precoz, Pablo García-López, convertido ya en uno de los referentes internacionales de su generación, canta desde el pasado lunes en nueve funciones de la ópera Capriccio, la última del compositor Richard Strauss, en el Teatro Real de Madrid. No había mejor manera para este tenor de 30 años, emparentado con el pueblo de Villaralto, de culminar una temporada cargada de proyectos ilusionantes como el Concierto X Aniversario del Centre Valencia, dirigido por Plácido Domingo, o el estreno absoluto de la ópera Fuenteovejuna en el Teatro Campoamor de Oviedo.

Luego están ellas, no por citarlas después menos importantes, cada uno en su género. India Martínez ha convertido Córdoba en escenario del videoclip de su nuevo disco, y su tema La Gitana, tributo a los lugares de su niñez, se mueve ya con éxito por las redes sociales. Y La Trini, artista de raza donde las haya, mezcla jazz mediterráneo, sones cubanos y copla en su cuarto álbum, Confesiones de una diva, que acaba de presentar. Jóvenes triunfadores que abren resquicios a la esperanza.