Lo malo de que se nos mueran no es que con su muerte nos acerquen más a la nuestra, ni que nos dejen sin referentes, sino que nos introducen a la fuerza en ese territorio de sombras en el que ya no reconocemos a nadie. A muchos nos ha pasado en estas fiestas, según hemos comentado en las redes sociales. Hablábamos de que no conocíamos a nadie en estas teles cortadas por el mismo patrón. Entre tanta barba y bigote grunge, entre tanto músculo reventando las costuras de los trajes estrechos, entre tanto bellezón masculino y femenino de maquillajes y modas heterogéneas, no reconocíamos a nadie. También tiene culpa de ello el que a muchos ya no nos interesan estas teles sin contenido y de concursos absurdos, de cotilleos, de ruido, de mucho ruido, de muchísimo ruido y poquísimas nueces. No vemos tele, tampoco nos enganchan esas (llamémosles películas) que en la sobremesa nos muestran actores y actrices mimetizados en sus gestos y poses, historias espejo de sí mismas y de otras muchas siempre con el mismo argumento de enfermedades terminales, de hijos rebeldes o de amores otoñales. Se nos muere nuestra época y no encontramos nada con qué sustituirla ni a nadie con quien llenar los huecos de quienes nos van dejando a una cadencia asombrosa. Nuestros actores, nuestros cantantes, nuestros escritores, nuestros intelectuales, nuestros sueños que hicimos nuestros a base de películas, de libros, de espacios radiofónicos cargados de sustancia y reflexión, todos se nos van irremediablemente al sumidero de nuestras particulares historias. Como excepción descubro que solo la cadena 13TV recurre a diario por lo menos a viejos títulos cinematográficos, a aquel Hollywood, a aquellas historias de aventuras en África, de vaqueros, de guerra fría, quizás más por un motivo de bajo presupuesto que por ofrecer a la audiencia determinados valores, ya que dichas producciones están cargadas de violencia, de racismo, de ley del más fuerte, cuestiones nada acordes con la cadena que ahora los recupera. Pero, sea cual sea el motivo, llegamos exhaustos a esa isla en la que, aunque sólo sea a ciertas horas, todavía podemos encontrarnos los olvidados.

@ADiazVillasenor

* Profesor