Vivimos en la era victimista. La vieja máxima «el que no llora no mama» gobierna en todos los ámbitos. Lo atestigua el escandaloso número de malos perdedores. Su frase bandera es «yo no merezco esto». Ni yo, mira esta. Pero no hay más. Y te aseguro una cosa, cuanta más injusticia achaques a tu fracaso, más delatarás tu ineficacia. Da igual si hablamos de una carrera artística, «profesional» (¿qué coño es esto?), una relación filial, de pareja, amistosa. El caso es hacerse la víctima o el víctimo de tu pareja o parejo (¿qué os parece mi lenguaje no sexista para retrasados mentales?). La culpa siempre descansa en otro, viene de fuera, de los acontecimientos, convergencias, leyes, factores, y en todo esto se pone el ojo de la esperanza, esperando el famoso «cambio». Llega la temporada, líderes y eméritos, chismosos y descifradores de chismes convocan mediante noticiarios al depositario de la soberanía nacional ja ja ja. En casa, víctimas y víctimos de inmerecidas traiciones, timos, intereses, descubiertos, palidecen como pasto de intermediarios digitales. Así que ahí te veo de nuevo, mirando la pantallita con ciega esperanza en lo fácil, a corto plazo y rapidito, porque tú lo mereces...

La actitud lo es todo. Con más billetes sufrirías igual. Ese «buen empleo» que buscas se convertiría en tu pesadilla en un mes. Aquel vestido ya no te gusta. Miras hacia Nochevieja y brindas por un año mejor, con similar cabezonería. El dinero llega y se va y el amor, la salud, la satisfacción, nada tienen que ver. Te deseo lo mejor, sinceramente. Fúmate un buen porro, en serio. Abre tu mente y deja atrás el puto doble sentido. Nadie «va a por ti». Y si lo hace, es su problema. Aquí tienes el verano a la vuelta de la esquina. Disfruta y manda a la mierda a más de uno. Pinta un cuadro, escribe un poema, cultiva sandías, haz una niña al son de Clair de lune (Debbusy). ¡Crea con estilo, hostia!

* Escritor