L o que da hoy título a la de hoy es un concepto que si se analiza desde un punto de vista propagandístico tiene su aquél. Lanzar a los cuatro vientos políticos esta idea que toma los intereses de España, sobre todo los constitucionalistas, como plataforma para aglutinar a partidos que en su esencia ideológica y programática contengan a la patria española y al espíritu de su constitución, en principio no es un apriorismo erróneo. La idea ya ha funcionado con Navarra Suma, coalición formada por UPN, PP y Ciudadanos que ya se presentó a las generales por la Comunidad Foral y a las autonómicas. Pero a la hora de extrapolar o franquiciar este resultado navarro al escenario nacional, alguien se ha debido de olvidar que el partidismo puro y duro, que es el que más hace y deshace pactos, y dependiendo de ciertos intereses regionales o locales, ha venido convirtiendo la política y sus gobiernos tanto locales y regionales en pequeños reinos de taifas. Ahora Casado lucha denodadamente por liderar esa idea de España Suma y aglutinar a Ciudadanos y Vox; aunque eso sí, con una barba que ha echado de refundador de la derecha. Intentar armarse en estos momentos de carisma refundador e intentar convencer a los demás partidos próximos a su espectro político que sumen con él fuerzas, es quitarle la barba ideológica a los demás. No es de extrañar que ninguno de los dos susodichos quiera ni amarrado. Si Casado hubiera querido verdaderamente refundar a la derecha y dar muestra de virilidad ideológica y política, además de dejarse la barba debiera de haber cambiado el nombre a su partido y refundarlo de arriba abajo. Así lo hizo Fraga que aunque no tenía barba, tenía redaños y de AP lo llamó PP. Por no quitarle la buena idea, quedaría bien que la nueva derecha refundada se llamara España Suma. No es original el modelo, pues otros ya han dado nombre a sus partidos conjugando verbos, pero suena bien.

* Mediador y coach