E l asunto de la ecología ya tiene sus años en España. Atrás quedaron aquellos pasos incipientes de los años 60 en contra de las centrales nucleares que supusieron una especie de sombra agorera en el subconsciente colectivo de la población. Pero el tema no es tan simple. Si sólo de las centrales nucleares se tratara el problema sería escueto. Los ataques al medioambiente son múltiples y prolijos y a estas alturas de la película Salvar al planeta Tierra bien los conocemos. Aunque no por ello hemos de quedarnos con los brazos cruzados, sobre todo en aquello que tiene que ver con la concienciación del problema ecologista y con las medidas que han de llevarse a cabo para que no terminemos de cargarnos el equilibrio natural del ecosistema. No cabe la menor duda que se ha avanzado en la concienciación de las consecuencias que de hecho ya está teniendo la agresión ecológica. Ese avance ha llegado incluso a conquistar las aulas y los libros de texto académicos. Los adolescentes de esta época tienen elementos de juicio suficientes y sobrados para comprender y actuar a favor de la sostenibilidad ecológica y luchar en contra del salvajismo que aún se profesa contra el planeta. Quizá por esa acertada concienciación de los jóvenes y teniendo en cuenta el poder de comunicación y penetración social de las redes sociales, es por lo que el llamado ya fenómeno Greta Thunberg encuentra sociológicamente hablando un lugar en esa lucha contra la estupidez humana en clave ecologista. En Córdoba parece que a los cordobeses el otoño con su caída de la hoja y esos días húmedos tan evocadores de la ecología nos ha traído a las ecomeninas para recordarnos la conciencia ecológica que la adolescente Greta enarbola en estos días. Pero en los jardines de Colón otro presunto adolescente ha pintarrajeado a una de las ecomeninas. Ahora esta nos recuerda con esas pintadas el ecologismo y el ecosalvajismo a partes iguales. Aún en esta generación.

* Mediador y coach