El dinero genera en algunas cabezas el deseo enfermizo de tener más y más dinero, adicción al sobre y al fajo, necesidad compulsiva de engordar la saca adentrándose en el lado oscuro. Tipos de posición envidiable --yonquis económicos-- se complican la existencia innecesariamente escondiendo pasta pública en paraísos fiscales. Tipos afortunados acaban engullidos por su avaricia patológica como moscas sepultadas en la miel, como muertos vivientes tras el fallecimiento moral ocasionado por su desvarío mangante.

Hay un tópico de la literatura medieval conocido como Ubi sunt?, una pregunta latina (¿Dónde están?) que hace referencia al inevitable paradero mortal de todos aquellos que en vida alcanzaron las más elevadas cotas de fama y poder. Jorge Manrique tira reflexivamente de este hilo temático en las coplas dedicadas a la memoria de su padre. En ellas el clásico autor recuerda a quienes habiendo sido todo (reyes, príncipes, condestables, la flor y nata de los cortesanos...) se convirtieron fugazmente en nada más que grandeza corroída por el olvido y los gusanos.

Me ha venido a la cabeza este tópico a raíz de las últimas noticias sobre Ignacio González, el cadáver político más reciente, el expresidente que también le salió rana a Esperanza Aguirre. Ignacio el listo, Ignacio el que se creía por encima del bien y del mal en su fortaleza autonómica (un modelo de gestión para Rajoy), Ignacio el abanderado de la privatización de servicios sanitarios y educativos, Ignacio el gran capitán de las huestes ultraliberales, Ignacio el de la construcción de hospitales entre amiguetes, Ignacio el de las cesiones de suelo municipal a colegios concertados con guita para repartir. ¿Qué fue del coche oficial de Ignacio y de las noches en el palco con Ignacio y del bacalao cortado por Ignacio con una simple llamada de teléfono? ¿Dónde está Ignacio? En la cárcel de Alcalá Meco.

Compañero de partido de Ignacio González fue Francisco Granados, otro cadáver político, otra de las ranas de Aguirre, secretario general del PP en la comunidad madrileña acusado de guardar bien guardaditos en Suiza unos ahorrillos de turbia procedencia. Los agentes que registraron la casa de los suegros de este señor encontraron 922.000 euros en un altillo, lo típico. Los propietarios del armario dijeron que tal vez se habían dejado allí esos billetitos unos operarios de Ikea. ¿Qué fue del peloteo de tanta gente para agradar a Francisco y de la vida padre de Francisco sin asomo de mala conciencia y de las declaraciones grandilocuentes de honradez de Francisco? ¿Dónde está Francisco? En la cárcel de Estremera.

Durante los años en que Francisco Granados se ponía las botas, Iñaki Urdangarín urdangarineaba sin que a su señora, la pobre, le constara nada del asunto. ¿Qué fue de las recepciones oficiales con Iñaki y de los contratazos para Iñaki surgidos de la manga ancha de políticos serviles y del llevárselo sin despeinarse de Iñaki? Por cierto, ¿dónde está Iñaki? H

* Profesor IES Galileo Galilei