Mi querida A. está leyendo Filomeno a mi pesar, y se muestra sensible al anuncio de la ministra Maroto de que el 22 de junio se abrirá la frontera. Es lo que tiene Torrente Ballester, que te enamoras de Portugal (y de Galicia). Más sensible se muestra a la rectificación del Gobierno, dos minutos o dos horas después. Me traslada su indignación vía wasap: «Ya no manda una ni siendo ministra», mensaje que me envía la propia A., aunque no me extrañaría si doña Reyes le hubiera escrito algo así a su mejor amiga. Si los ministros no se aclaran...¿Qué puede pedir el pueblo llano? Interpretar las cifras de contagiados y fallecidos por coronavirus se ha convertido en un desafío matemático digno de la Nasa, así que saber cuándo podremos movernos entre provincias o al extranjero parece peccata minuta. Ya nos lo dirá el presidente Moreno Bonilla.

Decía que me han entrado ansias de Portugal. De Oporto, por ejemplo, o de algún sitio donde no haya que leer -por muy bien que lo explique Pilar Cobos- la noticia de la nueva sentencia de La ManadaLa Manada, la de los hechos sucedidos en Pozoblanco, aunque la prensa lusa también se estará haciendo eco.

Otra vez la sutil diferencia entre abuso y agresión, que de sutil no tiene nada para la víctima, de nuevo el anuncio de recursos contra el fallo y el relato del repugnante comportamiento de estos sujetos peligrosos para las mujeres, ahora encerrados, y de tantos como ellos, incluso los que después han seguido su estela.

Pienso en la joven agredida. De hecho, me puede ese pensamiento, no me abandona, y lamento que no se cierre este capítulo para ella. No todavía en lo legal, aunque llegará el momento, pero imagino que la grieta en su vida y en su mente -la humillación, la vergüenza, no saber qué pasó en realidad salvo lo grabado y difundido, haber sido un muñeco inerte en manos de estos malvados sin principios, el dolor de que no la creyeran- no se cerrará nunca.

Sospecho que la sentencia no servirá para poner freno a estos comportamientos que denotan el repunte del machismo, aunque los actuales y futuros agresores se guardarán de grabarlo, o de difundirlo. Igual que aprenden los malos, ojalá las chicas jóvenes hayan tomado buena nota de esta barbarie y aprendan a combatirla. Vaya día asqueroso, yo me quiero ir a Portugal.