La esencia de las multas no es tanto la velocidad excesiva como el peligro que subyace (si fuese la velocidad excesiva también se multaría al AVE). Estamos de acuerdo en que, respecto a la circulación de vehículos a motor, toda precaución a favor de la vida es bienvenida. Por ello asumimos con estoicismo la imposición de multas que se erigen en la principal arma pública de forma pecuniaria y finalidad preventiva para contener la imprudencia al volante; se nos intimida para no correr con el coche a través de un procedimiento que no hace otra cosa que rascar nuestros bolsillos. Pero como decía antes, con el achaque de la protección de la vida, han nacido toda una batería de medidas de recaudación que nada tienen que ver con esa naturaleza de precaución y prevención que pretenden tener. Lo que ocurre es que nadie se atreve a discutirlo por respeto y memoria a las tragedias. Pero como digo, con este pretexto, las sanciones de tráfico a baja velocidad se están convirtiendo en auténticos impuestos inquisitorios. Es cierto que de algo tendremos que sacar fondos para mantener el Estado del bienestar, pero no por necesarios son justos. Y es que algunas limitaciones de velocidad son descaradamente un auténtico «fraude de ley», del que hablamos cuando una ley se utiliza para un fin para el que no fue creada. Porque bajo esa apariencia justiciera asistimos a una estratagema de la Administración para recoger un dinero extra. Y ya concretamente os indico: me refiero a ese sin fin de multas por doquier que llegan a los hogares de toda España por un supuesto exceso de velocidad que ni es tal ni pone en peligro la vida de nadie. Como por ejemplo cuando hay una limitación en autovía generalizada de 120km/h y de pronto, sin ton ni son, te ponen como velocidad limite 100 km/h y si pasas a 115 te llega sanción a casa. Esas multas no tienen nada que ver con la creación de peligro sino con la desobediencia a un cartelito. Pero ese cartel es la máxima expresión de la cara dura del Estado con el individuo. Por poner un ejemplo cercano miren ciertos tramos de la autovía Córdoba-Malaga, donde ciertos cambios leves de velocidad no responden a criterio alguno de seguridad, salvo al de pillarte para multarte. Al ser autovía te descuidas un poco y vas a 110 cuando cambia a 90 y de esta forma te sacan la pasta para paradójicamente hacer carreteras. Esas velocidades no son exceso de velocidad así que mejor que pongan otro concepto para mantener las arcas públicas. Como, por ejemplo, «impuesto a la circulación de vehículos a motor». A ver si se enteran de que el pueblo puede ser todo lo solidario que se quiera pero de tonto no tiene un pelo.

* Abogado