Después de Reyes siempre se dijo, ahora empieza la cuesta de enero. Las comidas de empresa, la cena de Nochebuena y los regalos dejan exhausto el bolsillo. Pero este año hay que añadir el covid-19, que convierte la cuesta en una pendiente. Los españoles la subiremos cargados con un virus extra, el Gobierno que tenemos. Lo último, nombrar al ministro de Sanidad candidato del PSC para las elecciones catalanas, ahora que estamos preocupados con la vacunación. No es baladí el problema, con Salvador Illa a medio gas. Me sorprendieron las palabras del presidente Sánchez a final de diciembre. Estábamos preparados para iniciar la vacunación «en los 11.000 ambulatorios» de la Sanidad Pública. Dos semanas antes supe por un telediario alemán que la RFA estaba preparando la complicada logística de esta vacuna que no es como la de la gripe, si nos atenemos a las palabras triunfalistas del presidente. Cerca de 500 recintos posibles barajaban las autoridades sanitarias alemanas para agilizar la vacunación: polideportivos, grandes salas de exposiciones, etc. Había que guardar las distancias en salas de espera. Otra para dar los datos personales, frigoríficos especiales y un sistema de vacunación con el mayor número de sanitarios poniendo inyecciones. Pese a toda esta logística, en Alemania, que hasta el 28 de diciembre habían vacunado a 265.000 personas, no sé cuantas más de las vacunadas aquí, han surgido las críticas porque no se recibieron suficiente cantidad. A la señora Merkel le preocupa sinceramente la vida y al ministro de Economía el paro, tan parecido a la muerte.

* Periodista