La corrupción política ha calado tan hondamente en la sociedad, que hasta los novelistas la llevan a sus obras. Una de las novelas que están haciendo furor es la de Manuel Vilas, Ordesa, en la que narra una historia personal con una intensidad similar a la que recorre su poesía: el pasado, el desvanecimiento de dos familias, la muerte de los seres queridos, las ausencias y la lejanía de los que ama, la España en la que vive y aquella en la que creció, los recuerdos... «Este es un libro que necesitábamos todos nosotros», ha dicho el crítico Juan Cruz. Quizás, porque en sus páginas, todos nos vemos reflejados; todos, de alguna forma, hemos vivido o vamos viviendo esas historias. Manuel Vilas intercala en uno de sus capítulos el tema de la corrupción política, con estas palabras: «Los políticos españoles se hunden, se convierten en víctimas absurdas, solo piensan en comprarse casas y coches y en viajes de lujo y en hoteles de seis estrellas. Están llenos de vacío. Están fascinados por la riqueza, por la acumulación de riquezas. No pueden gastar todo lo que acumulan. Pero les da igual, es el hecho de la acumulación lo que persiguen. Es como sentarse en una silla y ver la ascensión imparable de tus cuentas bancarias, principalmente en Suiza, nuevo nombre de El Dorado». Comienza Vilas denunciado el hecho en sí e interpretándolo como si de una sinfonía se tratara. Después, va sacando conclusiones: «Casi parece como un juego infantil de sumas y restas. No se dan cuenta de que están robando. Enseguida los descubren y acaban entrampados en largos juicios, de los que suelen salir bien parados , aunque su reputación acabe en el fango. No tienen conciencia de su crimen, y tal vez eso sea lo más interesante, esa anulación del discernimiento». El escritor saca también una consecuencia terrible: «Hay una función social en la corrupción política, una función catártica, que debería ser un eximente. La gente se olvida de sus propias miserias cuando ve en la tele a un político encausado. La corrupción de los políticos distrae nuestras propias corrupciones morales». ¡Terrible descripción!

* Sacerdote y periodista