Obviamente el orden es condición necesaria para la existencia de la sociedad pero ese orden social puede estar ya establecido o surgir de modo espontáneo.

Ese es el caso del Cordel de Écija. Existe un orden del que se hace responsable la Gerencia de Urbanismo y un orden espontáneo nacido de un grupo empresarial y dos arquitectos.

Tras leer estos días la prensa escrita se hace difícil identificar los principios que nos capaciten para emitir predicciones respecto del comportamiento de todos los agentes que han hablado y que no son los arquitectos del plan ni el grupo empresarial.

La Gerencia de Urbanismo tiene un orden ex-ante con específicas instrucciones sobre acciones a tomar bajo diferentes propuestas. Este orden para el Cordel de Écija es exógeno hasta ahora porque lo que se nos insinúa es que el orden ya establecido no es resultado de un ajuste recíproco de planes y comportamientos de los individuos promotores y afectados.

El plan posible viene de una autoridad que precede, sus siglas son SS ,y está fuera del nuevo orden propuesto.

Soy pesimista ante la ordenación del Cordel de Écija por la diferencia que existe entre el orden establecido y este otro orden espontáneo que dejará de serlo en cuanto comience a hablar la Gerencia de Urbanismo.

Ningún científico social aventuraría pronóstico alguno sobre si será o no el Cordel de Écija algo más que una simple vereda porque la complejidad de interacciones probablemente lo institucionalice como lo que ahora es: lugar de acogida de emigrantes rumanos.

El nuevo Cordel de Écija lo será si se encuentra cierto equilibrio entre los fundamentos subjetivos de los directa o indirectamente interesados y el equilibrio objetivamente buscado. Es decir, entre lo que dice la teoría de la elección pública y el modelo de comportamiento del Grupo Lar y otros grupos dentro de las reglas que, al fin, se quieran marcar. Si no se ajustan los incentivos no se logrará el mejor uso de los recursos disponibles y a llevar a ese sendero.

Ese Cordel será algo diferente si se logran coordinar tres teorías: la de los derechos de propiedad, la teoría municipal y la teoría de las ideologías.

La teoría de los derechos de propiedad anuncia que se debe diseñar una estructura de incentivos (un plan) para poder asignar los recursos existentes de modo eficiente y la teoría municipal debería proteger y hacer objetivos esos derechos. Son necesarias esas dos teorías pero no son suficientes. Se necesita modificar el sistema de creencias de muchos cordobeses, el de los partidos políticos que mandan en la Gerencia y el de los arquitectos supervisores porque esas ideologías afectan al contenido de los derechos de propiedad y a su protección y en realidad operan como limitaciones a la decisión del mismo Ayuntamiento que tiene la obligación de reducir incertidumbres.

La institución vereda o cordel debe ser sustituida por una nueva institución urbana lo que obliga a involucrar a muchos agentes autónomos. Hace bien la prensa en airear información sobre el nuevo plan porque es necesaria para que la sociedad cordobesa despierte y pueda nacer un nuevo orden, al principio espontáneo, y así acabar con la inacción colectiva que empieza a ser activa a través de colegios profesionales, asociación de constructores y promotores.

Debiera saber el Ayuntamiento que si no contribuye a que esta sociedad sea más productiva no podrá hacer crecer su función predatoria. Si no deja usar nuevos recursos no pretenderá extraerlos de la nada y vivirá infelizmente la denominada paradoja de gobierno. Y si pretende confiscar o extraer demasiado impedirá la actividad empresarial y la innovación urbana en el Cordel de Écija.

La paradoja de gobierno es vieja conocida en esta ciudad pues ha generado incredulidad en su palabra por la insinceridad mostrada en múltiples ocasiones.

El Cordel de Écija es retrato de un atasco más de los que vive hace largo tiempo institucionalmente la ciudad de Córdoba.

* Catedrático emérito de la UCO